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Como en cierta forma una metafísica está por sobre una ideología y la condiciona, por culpa de estos sujetos, la nuestra se convirtió en una época en la que se duda de todo, pero, de este modo forzadamente retorcido:
- En principio fuimos los liberales y no solo entendiéndolo desde el punto de vista económico, sino legal, político, y religioso, los primeros en comenzar a destruir los dogmas de la antigüedad sacralizados en la edad media en donde por dudar se podía terminar en la hoguera.
- La mecha fue encendida por el iluminismo que fue una ruptura europea contra el orden fundamentalista cristiano que reinó a sus anchas durante toda la edad media, y el orden establecido cayó, no por las armas sino por las ideas, porque primero se dudó, cuestionó, y finalmente se le rabatieron todos sus dogmas.
- Sin embargo, el iluminismo dejó cosas sin debatir, como la lógica que hace coherente lo que se dice cuando se debate, el lenguaje que se usa cuando se debate, o el entorno por ejemplo: ¿ a los niños se les debe decir una verdad distinta que a los adultos, a los pobres también hay que decirles algo distinto, o por ejemplo a los creyentes ?
- Esto no fue observado porque los principios y las normas que hacían posible el debate de ideas se consideraron neutrales e incuestionablemente válidos... hasta que algunos se cansaron de perder todos los debates, y entonces cambiaron las reglas, en un proceso largo y paciente al que denominaron como "La batalla cultural" que obtuvo varios significativos triunfos, pero, que a la larga fueron inútiles porque la verdad es que los abogados y economistas liberales tenían razón, y no dejaron de tenerla porque las izquierdas hayan impuesto la equivocada idea de que "tener razón" sea algo relativo y cambiante, en vez de definitivo. O sea: si una de las leyes de mercado tiene razón hoy, la va a seguir teniendo mañana, y pasado mañana también, aquí, allá, y en todas partes.
- La izquierda fogoneó la idea de que la lógica es un pantano, pero la lógica sigue invicta por más hábiles que sean los izquierdistas para empantanar cualquier debate, sabiendo que pueden empantanarlo pero no ante "la verdad", sino ante los ojos [y oídos] de quienes intelectualmente estén gateando como bebés, y que incluso en el tecnologizado e interconectado siglo XXI que ha abierto el conocimiento para todo el mundo, estos ignorantes son legiones, y los hay de dos tipos: los que no quieren saber y prefieren creer, y los que están equivocados, creen saber, y piensan que un nuevo saber es mortal y por lo tanto deben negarlo y enfrentarlo con todos los medios posibles, incluso justificando los medios inmorales, ilegales, y hasta sanguinarios.
- Pero la lógica no es un pantano porque la izquierda diga que la realidad es subjetiva [cuando la realidad es inmodificable, y lo que pueden existir son visiones subjetivas sobre ella creadas por los sujetos, que pueden crear relatos distintos, pero no pueden crear realidades alternativas]. La filosofía de izquierda está en guerra contra el positivismo que es el hijo de la lógica y la objetividad, cuando concluye [sin probarlo] que si la realidad es creada por el sujeto, entonces el conocimiento es imposible ya que no hay una realidad objetiva que conocer, paso previo a negarle validez a la ciencia económica clásica que demuestra uno por uno a todos los errores marxistas.
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Para la izquierda las demostraciones objetivas no son aceptadas como pasos hacia el progreso del conocimiento, sino como ataques a sus amados dogmas sagrados que justifican devolver el ataque atacando incluso físicamente a sus opositores.
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Una demostración no ataca sino que liquida a un error involuntario o a una mentira voluntaria, y el dogma muerto desata en sus fanáticos defensores las mismas etapas del duelo enumeradas por la doctora Kubler-Ross, a saber: negación, ira, negociación, depresión, resignación/aceptación, y en algunos casos una etapa final de aprendizaje.
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En el caso de los izquierdistas, estos jamás llegan a la etapa de aprendizaje, y sólo muy pocos [y notables] personajes aceptaron sus errores, aprendieron, y se pasaron de la izquierda a la derecha [nunca al revés], y no sólo no llegan a la última etapa, sino que han inventado una etapa previa a la negación: la muy irritante y afeminada etapa de hacerse los ofendidos.
- Tanto las demostraciones, como las evidencias, como el registro histórico,
como el principio de igualdad y el de no contradicción, carecen de valor para los subjetivistas marxistas o gradualmente marxistas, que consideran a todo lo que los ofenda o deje pisoteados a sus egos como convenciones arbitrarias no validadas por una realidad que no existe, y de la que aunque no existe, ellos tienen sus propias infundamentadas versiones color de rosa, o más bien: color rojo.
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