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La cuestión moral es una "trivialidad" [palabra que tiene origen en la prostitución de la vieja
Roma imperial, pues ellas esperaban a sus clientes en las esquinas de un cruce de tres calles] al
comparársela con el peligro al que se expone el usuario por no tener un servicio controlado por profesionales
médicos, en locales habilitados por cada municipalidad y, para alegría de los políticos amantes de la
obra pública, con sus ingresos al día con la oficina impositiva gracias al I.A.V. [Impuesto al Alquiler de Vaginas],
y también al I.A.C.
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