No voy a hacer una crítica demoledora de Marcuse y su lamentable libro "El hombre unidimensional", porque el tiempo ya le pasó por encima y no dejó nada en pié de sus elucubraciones pasmosamente cínicas, veamos el contexto: Marcuse es el primero de varios comunistas que en vez de irse a Rusia o Cuba, se va a vivir a U.S.A. [el otro imán para los comunistas fue Francia], aunque tal vez incapacitado de ver otra cosa que designios marxistas inevitables, se fue a U.S.A. poco después de la gran depresión para estar presente durante el giro que la sociedad norteamericana haría hacia el comunismo. pero, ya sabemos la historia: la derecha se recuperó con más fuerza que nunca, y U.S.A. se convirtió en el superhéroe que defendió al mundo del comunismo, el nivel de vida mejoró exponencialmente mientras los comunismos se estancaban en un nivel miserable y asfixiante. Pues bien, Marcuse en vez de aceptar la derrota evidente, propuso que la sociedad occidental gracias al consumismo estaba esclavizando al hombre, y por lo tanto representaba al peor totalitarismo posible.
Juro que he revisado la biografía de Marcuse buscando ancestros argentinos [y no se pronuncia "Márkius", en inglés, sino "Márcüse", y le puse puntos a la "u" para que la pronuncien como a la "u" francesa, o sea: digan "i" pero poniendo los labios como para decir "u" y, finalmente, la "e" final en alemán se pronuncia suave, pero se pronuncia, como la de "Mengele"]. Permítanme explicarles mi búsqueda con el ejemplo de algo que me tocó vivir en persona. A poco de enterarme de cierta costumbre del pueblo norteamericano, ese pueblo de gente desalmada, sanguinaria, explotadora, y bla-bla-blá, que cuando por desgracia tiene que sufrir un corte de luz que deja fuera de servicio a los semáforos, los automovilistas sin seguir a ninguna ley escrita, simplemente en un cruce de calles se turnan avanzando un auto de una calle, después uno de la otra, y así sucesivamente hasta que vuelva la luz.
Nada más diferente que los automovilistas de Argentina, en donde tal vez porque tenemos las venas abiertas, o porque somos mala gente, pero si alguien le cede el paso al auto que viene por la otra calle, nadie le devolverá la amabilidad y todo el tránsito de esa calle se apretará paragolpe contra paragolpe para no dejarlo cruzar. Nuestros automovilistas no frenan para hacerle un favor a nadie [y eso también explica que haya tantos choques con ambulancias].
Lo asombroso que me tocó vivir en persona es que los peatones hacen lo mismo: una vereda en reparación con un corredor de apenas medio metro de ancho rodeado de cemento fresco crea un "cuello de botella" para los peatones, pues bien: yo le cedí el paso a una señora de edad avanzada y detrás de ella se encolumnó todo el tránsito de seguramente víctimas de la explotación capitalista, que no podían dejar de verme porque mido casi dos metros, por lo que después de la quinta o sexta persona me metí en el pasillo y avancé chocando los hombros de por lo menos diez personas, porque nadie frenó y ni siquiera nadie se puso de costado [descontemos a dos o tres jóvenes que caminaban mirando a sus celulares, que no serían malos ciudadanos, sino simples idiotas].
O sea, exactamente igual que los automovilistas, nosotros los peatones no frenamos. Creo que en el escudo nacional de Chile está escrito el un poco indigno "Por la razón o por la fuerza", en el de Brasil, el esperanzado "Orden y progreso", y en el de Francia el célebre "Legalité, egalité, fraternité", pero en el argentino [tanto en el escudo como en la bandera] no dice nada, y debería decir... "Nosotros no frenamos", o tal vez su sigla "NNF".
Es por eso que yo buscaba ancestros argentinos en Marcuse: Este sujeto se dió cuenta antes que nadie [dentro del zurdaje] que Marx estaba equivocado, lo estaba viendo todos los días en vivo y en directo, y el tipo no frenó y siguió inútilmente para adelante con su amado comunismo que en 1964 ya estaba agonizando. Y me pregunto si hay que incluir al amor en la ecuación, por ejemplo en una sociedad de derecha con poca variación la mitad de la gente es mala y la otra mitad de la gente es buena, cada uno amando a sus cosas por lo que si el amor está de los dos lados de la ecuación podemos eliminarlo. Ahora tomemos por ejemplo a una sociedad de socialistas... no me vengan con la pavada del "hombre nuevo", el hombre es el hombre de siempre, y en esa sociedad la mitad de la gente es mala, y la otra mitad es idiota, y mucho me temo que no puede ser buena [por ejemplo nuestros progres defensores de los derechos humanos haciéndose los repelotudos con lo que pasa en Venezuela, o lo que entre nosotros pasó con Nisman]. O tal vez sí, tal vez haya gente buena de izquierda, pero, no por efecto del amor que ya fue descartado, sino por el efecto "NNF"... ¡ no pueden frenar !
Volviendo a Marcuse, este por entonces joven intelectual en medio del ascenso de Adolf Hitler al poder, recapacitando sobre su futuro como profesor universitario comunista y para peor judío, decide salir de Berlín y transladarse a Frankfurt, o sea, más o menos a una hora y media de viaje en tren de la casa de Hitler.
Cuando las cosas empeoraron, Marcuse no se fue a la U.R.S.S., y ni siquiera a la cercana Francia de fuerte activismo stalinista, sino que emigró a... ¡ U.S.A. !
Por lo que muchas de las conclusiones a las que él llega son estudiando al enemigo capitalista "in situ", para descubrir que los trabajadores que tenían que estar preparando la revolución, en realidad estaban muy contentos con la sociedad de consumo que los explotaba, los alienaba, y les negaba ser los dueños de los medios de producción. Por lo que Marcuse no concluye con lo obvio, o sea, que la revolución era imposible y que con cada día que pasaba se hacía todavía más imposible, sino que propone buscar revolucionarios en otro lado, como por ejemplo entre los desocupados, los excluídos, las feministas, los homosexuales, los ultraecologistas, y todos esos grupos minúsculos que ahora usted sabe por culpa de quién son comunistas, y por qué siempre entre sus pancartas flamean varias banderas de nuestros trotkystas, que siempre fracasan en sus reclamos extremistas: esos pequeños grupos minoritarios izquierdistas tienen la ridícula pretensión de querer que todo el resto de la sociedad primero abrace al comunismo, para después solucionar sus problemas puntuales.
Esto no sólo es estúpido, sino también ciego: por ejemplo, las mujeres de los países capitalistas han conseguido todos los derechos que se les negaban porque ni remotamente hicieron algún reclamo incluído en el manifiesto comunista. Comparemos con las feministas argentinas que ni con ocho años de una presidente mujer, pudieron conseguir despenalizar al aborto, aunque consiguieron que ella diga "presidenta" en vez de "presidente" [me parece que las estuvo cargando]. Creo que con su delirante estrategia lo único que han conseguido es que si llegase a conocer a una feminista, que al mismo tiempo es lesbiana, y para colmo de males es "vegana", usted va a pensar que por lógica también debe ser trotkysta. Ver ensayo: "Trotsky está de moda".
Es no menos que raro que dentro de la Escuela de Frankfurt que intentó fusionar a Marx con Freud, como estrategia para meterse dentro de las cabezas de la gente y así dominarlas y teledirigirlas para que de una buena vez hagan su puta revolución, cada día más lejana tal vez por perseguir ideales amados únicamente por una minoría de fracasados y envidiosos, a los que el grueso de la sociedad rechazaba con un miedo instintivo [Freud no lo vió], y por si alguno tenía dudas, allí estaba la hambruna que había en Rusia, para sacarles las ganas de hacer ese experimento en sus propios países. Pues bien, con tanto psicobolche a mano, ¿ ni uno sólo detectó la pulsión de Marcuse por escribir pelotudeces ?
Opinar sobre la Escuela de Frankfurt es hacer leña del árbol caído, y no sirve para nada, excepto para entender cómo el comunismo se extinguió inevitablemente por sus malos cimientos y por sus inflados intelectuales de segunda que, como Marcuse, se creyeron la cumbre de la inteligencia humana, al punto de considerarnos a todos como descerebrados "E.E.G. plano", y "unidimensionales"... ¡ mierda: "unidimensionales", viniendo de un filósofo monotemático !
Monotemático y previsible, en "El hombre unidimensional" de 1964, Marcuse tuvo que abjurar de alguna forma del comunismo en su versión soviética porque Nikita Krushev ya había reconocido los genocidios de la era stalinista, pero como era re-inteligente, no sólo no pide perdón por defender durante toda su vida a una banda de psicópatas asesinos, sino que enseguidita nos propone que veamos a la sociedad occidental también como totalitaria. ¡ mirá vos !, claro... igualitas, si no, comparemos: De un lado el explotador sistema de producción y consumo capitalista, del otro: las expropiaciones y ejecuciones comunistas. De un lado la publicidad que crea necesidades falsas, y del otro la propaganda y la educación unidireccional permanente. De un lado los medios de comunicación que mercantilizan la cultura e imposibilitan la crítica al orden establecido, del otro lado campos de concentración "Gulag" para reeducar a los millones de críticos disidentes gracias al trabajo esclavo. Finalmente, de un lado los libros de Marcuse, acaso una cultura para lectores a los que les gusta que les mientan, pero cultura al fin, ¡ y vamos si sus libros no son "cultura" que se mercantiliza y no se regala !, mientras que del otro lado... ¡ nada de nada, excepto por libros de Mises, Hayek, y Rand, metidos de contrabando !
Marcuse es un poco retorcido como todos los filósofos de izquierda, obviamente considero que su propuesta no es de temer, no es fácil de leer, y ya no hay ni lectores, ni mucho menos ingenuos idealistas buscando soluciones a sus angustias sociales en libros aburridos, sino en Internet, en donde este ensayo ya es demasiado largo para la atención promedio de los internautas.
Marcuse y todos los marxistas iluminados hacen lo mismo: Marx prometió un sistema de producción centralizada más eficiente, pero fue un fracaso, y lo prueba el que varias generaciones de comunistas recibieron productos clase "B", y encima racionados, o sea: mala calidad y poca cantidad. Entonces cambiaron el foco a cuestionar la moralidad y la injusticia social en las sociedades "de mercado", pero, los genocidios de su venerado Stalin los obligó a cambiar otra vez, y para Marcuse no es el sistema económico, ni la justificación moral del mismo, sino directamente la gente, según sus palabras: "El individuo unidimensional se caracteriza por su delirio persecutorio, su paranoia interiorizada por medio de los sistemas de comunicación masivos. Es indiscutible hasta la misma noción de alienación porque este hombre unidimensional carece de una dimensión capaz de exigir y de gozar cualquier progreso de su espíritu. Para él, la autonomía y la espontaneidad no tienen sentido en su mundo prefabricado de prejuicios y de opiniones preconcebidas".
Por el contrario, yo creo que hasta la persona más humilde es multidimensional, y que cada individuo tiene una configuración distinta, con varias facetas en donde algunas sobresalen más que las otras, diferenciándonos, y convirtiéndonos a cada uno de nosotros en un verdadero rompecabezas para los sujetos controladores que ciertamente sueñan con que el hombre sea unidimensional: no sólo la del obediente que nunca se sale del libreto impuesto por la autoridad, sino la del que ruega para que le controlen todo. Es por ese proceso mental soretiforme que Marcuse se pone a buscar los mecanismos de control de las sociedades libres cuando no los hay, sino "principios" como: "no hacerles a los demás lo que no se quiere que le hagan a uno", o "todo lo que no está prohibido está permitido", pero él enumera tres: [1] Articulación de asimilación, [2] Presión, y [3] Seducción, en donde la comunicación industrial es el "as en la manga" del capitalismo.
Para Marcuse, el miedo a perder la libertad es "paranoia" y "delirio persecutorio", pero el tonto invento marxista de la alienación es indiscutible, y no sabía que el espíritu podía progresar, desconocía esa dimensión, como seguramente el espíritu también pueda engordar, o adelgazar, etc.
Marcuse no lo explicita, pero escribe desde la derrota de los que supuestamente era inevitable que triunfen y dominen al mundo, y termina soñando con una inverosímil resurrección de la izquierda, y sus fieles abusando de nuestra cordialidad de "subproletariado urbano", nos dejaron a esos grupitos de prepotentes ya nombrados, molestando sin sentido, como si el cuarto de siglo de la desaparición de la U.R.S.S. no hubiese pasado.
Son unos pobres fracasados, y hoy su único anhelo es que en alguna de sus miles de marchas y manifestaciones les maten a alguien para convertirlo en mártir y producir una avalancha de indignación colectiva que tumbe al gobierno y les libere el camino hacia el poder, lo que es posible, y en Argentina ya sucedió una vez en Catamarca, derribando al perenne gobierno peronista de los Saadi, pero sin conseguir llevar a la izquierda al poder.
Por lo tanto, "Ommmmm" budista, paciencia, y terminar de matar a todo el zurdaje residual con la indiferencia.
Posdata: Tengo una duda sobre la "Teoría crítica" de Marcuse, un marxista desde la cuna que reafirma todos los pronósticos errados de Marx sobre el colapso inevitable capitalista por sus contradicciones internas, y bla-bla-blá, y postula algo más como para darle fuerza, o como para cargar de desánimo a la derecha: Toda la historia de la humanidad muestra procesos de cambio ya sean sistemas o productos culturales, por lo que el reinado capitalista es temporal y, hagan lo que hagan, va a llegar a su fin. Obvio que el análisis marcusiano tuvo que ser visto como advertencia para la dirigencia de la U.R.S.S: que mató a toda la gente que quiso, e igual terminó desapareciendo, pero, en cuanto a nosotros los liberales: ¿ El capitalismo ha cambiado lo suficiente desde lo que vió Marx, pasando por el de los tiempos de Marcuse, hasta llegar al que tenemos en la actualidad, como para que Marcuse se quede contento ?: Pues bien, que se revuelque en su tumba porque el sistema sigue siendo capitalista, pero los gobiernos rara vez son liberales, pues a los políticos y a sus sobrevaluados asesores de imagen les da miedo serlo plenamente, y lo malogran con tontos, costosos, e improductivos injertos socialistas... ¿ con esto es con lo que nos quiso "correr" Marcuse ?, porque si es así entonces: ¡ bienvenido sea el cambio, porque yo a contramano de Marx y Marcuse, pronostico que el futuro va a ser más liberal !, pero ni por los políticos, ni por sus asesores de imagen, ni por los economistas, ni obviamente menos que nadie por los filósofos y los retrocesos populistas hacia la década del setenta, sino por los ingenieros, las luces LED, los televisores "smart", los celulares, Internet, las computadoras, los nuevos equipos de aire acondicionado, los autos eléctricos, los nuevos paneles solares más eficientes y económicos, y todas esas cosas lindas que nos da el mercado, el libre comercio, la ley de la oferta y la demanda, las reducciones de impuestos, la eliminación de la inflación, y finalmente un presupuesto equilibrado y sin déficit, o sea: todas esas cosas diabólicas con las que sueñan los gorilas, cipayos, y antipatrias de derecha que no quieren al pueblo.
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