Para los que no lo conocen, el de la foto es José López Rega, el famoso astrólogo personal de Juan Domingo Perón, que nombró Ministro de Bienestar Social a este sacerdote umbanda, para que en medio de un estancamiento económico terminal, conflictos sociales, y levantamientos armados, éste decidiera que la mejor solución era el crimen organizado, y por eso organizó al grupo paramilitar conocido como "Triple A" [Alianza Anti-comunista Argentina] cuyas víctimas por lo general no fueron comunistas sino peronistas de izquierda [obviamente porque se reía de las "profundas" diferencias ideológicas].
En Argentina odiamos al Estado, pero nos pasamos todo el tiempo reclamándole cosas gratis como si esa fuera su razón de ser. Esa mentalidad atrofiada es el regalo que el general Perón nos dejó para siempre, y esto viene a cuento por los otros dos regalos que nos dejó con su bienvenida y largamente demorada muerte: por sobre todas las cosas califica como la peor decisión la de dejar la presidencia de la Nación en las manos de su tercera esposa [Evita no fue la primera, sino la segunda que tuvo], y la siguiente fue dejar a su astrólogo como Ministro de Bienestar Social, lo que era una pantalla para su verdadera vocación: matar gallinas y beber su sangre, mientras les ordenaba a sus matones que acribillen a algún peronista y a la vez guevarista.
Los derechos sociales surgen como demanda global de los sectores carenciados después de la primera guerra mundial y la posterior revolución rusa, pero, no nacieron en Rusia, sino en Alemania y con un gobierno de derecha para enfrentar el crecimiento comunista [el experimento fracasó, y después vino Hitler]. Argentina, que por orden alfabético está entre los primeros, pero que empezando por el norte y viajando hacia el sur viene a ser el último destino posible del mundo, como sea se puso a recibir a grandes oleadas de inmigrantes en la miseria, y que ya venían con ideas de izquierda pese a que evidentemente estaban escapándose de ella, para venir a aterrizar [en realidad venían en barcos] a un país de derecha conservadora y oligarca que, bueno... nos sobraba la comida, y el oro de las reservas ya no nos entraba en las bóvedas del Banco Central, por lo que lo apilábamos en los pasillos, con lo que la verdad es que no teníamos excusas como para no ayudar a toda esa gente en problemas.
Los inmigrantes trabajaron y ayudaron a que el país de derecha siguiera creciendo, y como no abandonaban sus sueños idealistas de izquierda, mientras siguiesen trabajando, con crecimiento sostenido el país también fue pionero en ceder varios de los mal llamados "derechos sociales", pero, los hijos de los inmigrantes no pensaban en seguir trabajando tan duro como sus padres que habían empezado desde cero, y entonces el Ejército Argentino envió a uno de sus oficiales de inteligencia a investigar qué era lo que estaba pasando en Europa con los movimientos de descontento social y el avance del comunismo. Como todos saben, ese oficial fue el coronel Perón, y al que fue a estudiar a Europa se llamaba Mussolini.
Con el mito marxista del triunfo inevitable del comunismo dando vueltas por todos los debates y charlas de los cafés porteños, la gente por aquí empezó a perder el sueño, y entonces volvió Perón que suscribió la teoría izquierdista: el comunismo sería inevitable... a no ser que Argentina se consiga a otro Mussolini, y para eso hace falta poseer fuerzas de choque mayores de las que tengan los pocos intelectuales y activistas izquierdistas.
Y así Perón [en alianza con los radicales anti-yrigoyenistas, más los conservadores], se dedicó a rehacer con un toque fascista a todos los derechos sociales ya existentes, y a colgárselos como medallas, para que sumado a décadas de lavado de cerebro, adoctrinamiento, y propaganda, las masas argentinas crean que Perón es una especie de Lincoln, Gandhi, Mandela, Melchor, Gaspar, y Baltazar, todos sumados en uno solo.
El problema fue para López Rega, un desangelado Ministro de Bienestar Social que ya no tenía nuevos derechos sociales que regalar, y al que para colmo, los ya existentes estaban siendo carcomidos por la inflación de los ineptos capitaneados por Isabelita, la cabaretera del pelo batido que atrasaba una década.
Si los guerrilleros en vez de poner bombas hubiesen cortado las rutas, a cualquiera se le hubiera ocurrido sobornarlos para que acepten quedar como héroes sociales conquistadores de derechos a subsidios por cualquier motivo, ¡ de hecho la genial idea no fue de Néstor Kirchner, y ya va para los 200 años !, porque le pertenece a Juan Manuel de Rosas que les pagó mensualmente a los indios con ganado, para que no le hagan más malones, y de milagro nuestros constitucionalistas no lo pusieron en la constitución de 1853, obviamente por lo indigno de ceder ante un chantaje, pero, ya llegaría el turno para los futuros constitucionalistas cobardes que le incluyeron al burdo [¡ y largo !, me lo hicieron aprender de memoria en la escuela secundaria] artículo 14 bis, como compensación a la por suerte ya pasada a retiro constitución fascista de 1949.
Los derechos sociales son sobornos, por más que estén mal incluídos en la Constitución Nacional, en varios acuerdos internacionales, más en todas esas declaraciones que hace la O.N.U. para orientarnos mejor en nuestro camino hacia el socialismo: La oferta de bienes o servicios [como vivienda, salud, educación, alimentación, etc.] en donde un grupo accede a ellos sin la necesidad de intercambiar nada, es una gran estafa orquestada por los que sin meter nunca la mano en sus bolsillos, nos acusan de ser egoístas insensibles frente a las necesidades=derechos de quienes nunca podrían sobrevivir dignamente [ellos y su media docena de hijos] si no es parasitando a otros.
Según Ayn Rand, cualquier supuesto derecho que para ejercerse necesite que sean violados los derechos de terceros, no es ni puede ser un derecho. Más claro imposible: Todos tenemos derecho a la educación, a la salud, y a poseer una vivienda, pero para algunos deja de ser un derecho y pasa a ser un privilegio, desde el momento en el que a usted lo obligan a entregar parte de los recursos destinados a su propia salud, educación, y vivienda, para que otro lo reciba gratis, porque el Estado no regala lo que no produce, sino que se lo quita a quienes viven de su trabajo, no hacen huelgas, ni piquetes, ni cortes de rutas y calles, para insólitamente impedirles trabajar a otros.
Si los supuestos derechos sociales no son una forma de esclavitud, es porque el Estado lo disimula bajo un manto de altruísmo forzado mediante impuestos repartidos entre muchos a los que se bombardea con propaganda para que se sientan culpables de tener éxito entre tantos ineptos, que no se pueden hacer una casa cuando los inmigrantes, hace cien años, no sólo se hicieron las suyas, ¡ también hicieron casas para sus hijos... y la mayoría ni siquiera sabía el idioma !
Animate Mauricio: Obviamente está el problema de la inercia y por partida doble, en Argentina los pobres van a morir pobres y sus hijos también, entonces, ¿ desactivar la farsa de los derechos sociales pondría al 33% de la población en el calle, igual o peor de analfabeta que ahora, a esperar sobrevivir de milagro al invierno, las enfermedades estacionales, y el hambre ?, bueno, la falta de una respuesta positiva para esto activa la inercia a mantener al Estado de Bienestar de manera incontenible.
Tal vez ya sea definitivamente tarde: En las naciones civilizadas en donde se respetan los derechos individuales, el Estado es secundario y llega después o cuando algunas situaciones desbordan a la solidaridad y buena voluntad de la gente para con sus conciudadanos. Pero en Argentina en donde nos vienen robando vergonzosamente hasta cuando se donaba todo lo que se podía durante la guerra de Malvinas, lo más posible es que la ayuda solidaria quede desbordada y desfinanciada, pero esto no quiere decir que el futuro sea inmodificable.
Comencemos por definir que tener derecho a una propiedad, no significa que el Estado deberá seguir regalando casas. Que nuestra propiedad debe ser protegida, tanto la privada como la pública, por lo que los parques de nuestros barrios no pueden ser loteados por mafiosos punteros peronistas para levantar villas de emergencia de la que el Estado no sólo no los expulsa, sino que después les va a legitimimar sus títulos de propiedad, y hasta les va a poner cloacas, asfalto, luz, y agua... con nuestro dinero. Sí, las villas en proceso de urbanización ofenden menos a nuestros ojos, pero si no se toma una decisión, en algún momento sólo quedará la plaza de mayo.
La pregunta final es hasta dónde podemos ayudar a estas supuestas "víctimas sociales" con su alimentación, salud, educación, y vivienda, sin convertirnos nosotros en víctimas de una estafa: si cuando cualquiera de nosotros ayuda a un pariente o amigo enfermo, no hace falta ir a decirle que devuelva el préstamo una vez curado y reintegrado al trabajo... ¿ por qué mierda, y en qué cabeza cabe, que se la tenemos que regalar a desconocidos, que encima no van a parar de pedir más durante toda su vida y la de sus hijos, que para colmo son peronistas, lo que implica una garantía de futura traición ?
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