Supongamos que por nuestros pecados se adelanta el juicio final, pero, como en todo juicio, pedimos una prórroga, y vamos a tener ese escaso tiempo limitado para gobernarnos bien, con justicia, equidad, etc., y así dar pruebas de que merecemos ser salvados.
Saquemos el problema de Argentina y convirtámoslo en un problema mundial del que saldremos sólo si elegimos a un presidente mundial que nos gobierne a todos con ecuanimidad, que jamás inicie una guerra de unos contra otros, que no robe, ni mate, ni codicie a la mujer del prójimo, etc.
Entonces la elección obvia es [visto que una vez iniciado el juicio final, o sea que ya sonaron las trompetas del cielo, se detuvo el sol, dejó de correr el tiempo, etc.] a nadie, ni judíos, ni musulmanes, ni ateos, etc., les va a quedar ninguna duda: le debemos pedir a Cristo que nos gobierne, tal vez haciendo un plebiscito en cada país del mundo para cumplir con las formalidades legales, si es que eso en estas circunstancias tiene algún sentido.
Y Cristo gana el plebiscito mundial con el 99% de los votos porque siempre va a haber algún idiota contrera que argumente que no se puede votar a un muerto, por más resucitado que esté.
Y entonces Cristo asume y nombra a su gabinete, por cábala, de obvios doce ministros: ¿ en quién recaerá el ministerio de economía... en un sujeto de derecha, o en uno de izquierda ?, pero, tal vez lo primero que debemos peguntarnos es: ¿ Cristo se pondría a multiplicar los dólares ?
Cabe presentar mejor el entorno de esta hipótesis: estamos todos en capilla, con el alma en la punta de la lengua, y si nos portamos mal colectivamente nos quitan el alma y algunas se irán para abajo y una pocas para arriba.
También cabe recordar que Cristo tuvo entre sus apóstoles a un recaudador de impuestos, y que actualmente el Vaticano está "en rojo" o sea: mal administrado y por lo tanto lejos de las condiciones que debería tener como ejemplo de gobierno mundial, pues antes que ser justo, equitativo, etc., un gobierno debe ser eficiente, porque aunque todos en el mundo aceptemos entregar la mitad de nuestros ingresos para atender las necesidades de alimentos y medicinas del resto del mundo, eso no va a alcanzar, pues si entregamos la mitad de lo que tenemos el mes siguiente probablemente apenas podríamos llegar a producir la mitad que antes.
¿ Entregar apenas la mitad de nuestras ganancias y no de nuestros ingresos ?: Bueno, a esto habría que descartarlo pues sería pagar menos impuestos de los que pagamos actualmente... y además ¿ para qué tratar de obtener ganancias estando a la vista el juicio final y el castigo eterno ?: yo trabajaría al precio de costo... y luego no pagaría ningún impuesto porque me sería imposible hacerlo, y entonces alguien en algún lugar del mundo pasaría hambre por mi culpa, porque ya no recibiría la "redistribución de ingresos" que necesita.
Entonces, en una circunstancia en la que nadie comete más pecados [por la certeza absoluta de ser castigados], la solución para el hambre y la desigualdad no es la caridad, sino producir más y mejor, en donde no servirá cobrar unos pocos impuestos caros, sino que se paguen muchos más impuestos bajos, y para ello Cristo bien haría en detener la emisión mundial de billetes, estabilizar las monedas evitando subvaluaciones competitivistas, y darles respaldo a las monedas, pero no en dólares, sino en algo que sólo él puede emitir: entradas para ir a visitar el cielo [trate de imaginar lo que valdría un pase para visitar por 24 hs. a una madre o hijo perdidos, incluso aunque hayan sido muy pecadores, porque si en el cielo no se puede ser infeliz, Dios estaría obligado a dividir a las personas y mandar al Hitler adulto al infierno, y dejar en el cielo a una copia del Adolfito de ocho años que tan feliz hacía a su madre, porque si no ¿ qué clase de cielo sería para una buena madre si no pudiese reencontrarse con su amado hijo ?
Esto sería algo impagable y la gente vendería todo y se arruinaría para comprar entradas, que pueden tener el mismo tamaño de los dólares porque ya tenemos hechas las billeteras para ese formato, y me pregunto: ¿ a cuánto cotizará una entrada para visitar el infierno ?
Si transladamos esta hipótesis a la vida real de la Argentina del año 12 dK [después de Kirchner], nos haría falta obviamente un "baño de santidad", pero también nos haría falta una justicia que asegure los castigos necesarios para todos los tipos de pecadores ya sean del tipo que cometen los pobres o los poderosos [incluyendo a los funcionarios públicos]. Luego habría que bajar los impuestos, hacerlos proporcionales para todos, lo que incluye desterrar el impuesto inflacionario y las retenciones, y si la moneda no va a tener un respaldo físico [porque no tenemos con qué hacer eso] el problema salta en las fronteras porque las otras monedas tienen aunque sea un respaldo dado por un mayor prestigio o seriedad de las conducciones de sus respectivas economías, por lo que hay que forzar el equilibrio entre exportaciones e importaciones evitando los cambios de mareas que generan políticas comerciales exitosas o erradas, monedas subvaluadas "competitivas", monedas sobrevaluadas "anti-inflación", o el nefasto "dumplig social" chino, utilizando una ley de arancelamientos punitorios proporcionales o gemelos a los subsidios externos concedidos para perjudicarnos, y un freno automático aplicable país por país, para no tener déficit comercial con nadie: el productor que exporta a un país gana el derecho [o permiso] para importar del mismo país por el mismo monto de dinero, para utilizarlo o revenderlo fronteras adentro al mejor postor.
Exportando por los mismos montos de lo que vamos a importar, no nos quedamos con el dinero de nadie, ni tampoco regalamos nuestro trabajo, lo que es una especie de chantaje externo por el que vendemos nuestros alimentos más baratos de lo justo, incluso dejando gente sin comer fronteras adentro [lo "justo" es difícil de precisar, pero, bien se puede comenzar por poner en la ecuación a los subsidios que los productores de países privilegiados reciben, mientras que los demás los sufren].
En nuestras embajadas se hará el cambio de las divisas obtenidas por el exportador por permisos de importación, y obviamente si cerramos una embajada allí nadie va a exportar nada. Además podemos cambiar depósitos de dinero anteriores correspondientes a exportaciones previas "de buena fe" mientras sean transferencias de bancos locales. Nos alcanza con que ese banco local no haya sospechado de la procedencia del dinero que, de todos modos, no va a salir de ese banco sino hasta que sea usado para pagarle a un productor local por lo que después será llevado hasta Argentina, de modo que las mercaderías cruzan las fronteras, pero, las divisas no lo harán, incluso la parte del depósito transferido que la embajada retiene en concepto de impuestos [que ya no podrán cobrarse por adelantado] quedará depositada en el exterior, hasta que el Estado utilice ese dinero para pagar su deuda externa de la forma más económica, o sea: sin pagarle comisiones a nadie.
Si usted tiene U$S 1.000.000 depositados en el exterior cobrando el 1% anual, en vez de seguir haciendo eso, va a la embajada que se queda con el 10% en concepto de impuestos [es una cifra hipotética], y por esos dólares le entregan permisos para importar por U$S 900.000 y usted en la bolsa de comercio de Buenos Aires los remata con una base igual a U$S 900.000 al cambio actual, más el 10% que le sacaron al pagar el impuesto, más el 1% que se pierde ganar en el banco del exterior.
Todo lo que le paguen los importadores que pujan por conseguir esos permisos por arriba del piso que usted fija unilateralmente, es ganancia que no paga impuestos, y hay mucho para ganar, pues las importaciones se remarcan en Argentina por más del 100%.
El permiso es al mismo tiempo un pagaré: El importador que compra el permiso en la bolsa se presenta en la embajada que lo emitió y cobra los U$S 900.000 [o la moneda de esa nación], menos el impuesto que le corresponde pagar a los importadores, y es libre de importar por ese monto o de depositarlo totalmente o en parte en un banco del exterior.
Ultima etapa: Usted toma su dinero y se presenta ante un grupo de productores agropecuarios [de varias zonas para correr menos riesgos] que forzadamente deben ir a un banco a pedir dinero al 10% [es una cifra hipotética] para pagarle a los trabajadores argentinos que harán la siembra y cosecha cobrando sus salarios en moneda local, y usted se los presta a un irresistible 1% a devolver en dólares y en el exterior, recuperando sus dólares con mayores ganancias que las obtenidas en cualquier banco.
Bien, usted gana, pero... ¿ quién pierde ?: Obviamente el banco local, el banco exterior, y también los cambistas. Todo el dinero que se llevaban ellos ahora se lo lleva usted y el Estado aunque también en parte el importador va a ganar menos, pero, se asegura que con este sistema siempre va a poder importar lo que en cada momento el mercado demande y esté dispuesto a pagar.
El Estado se cobra un impuesto del dinero atesorado en el exterior incluso del evadido, fugado, etc., el importador "de oficina" subsidiará en cierto modo al exportador "que la ha transpirado" sin necesidad de que el Estado tenga que pagar esos subsidios, ni créditos "blandos" perdiendo dinero, e incluso las naciones que pagan grandes subsidios que generan sobreproducción que se exporta, no podrán colocar sus excedentes en Argentina, y si la colocan en otro país que por ello dejará de comprarnos, pues también dejaremos de comparle por montos equivalentes, y no hay diferencia si en vez de subsidios lo que se hace es devaluar la moneda para volverla más competitiva, porque eso le hará perder poder adquisitivo a sus trabajadores y todo lo que ganen los exportadores será equivalente a lo que pierdan sus importadores. Obviamente el sistema se volverá perfecto cuando, posiblemente como represalia, éste comience a ser copiado por las naciones a los que le hagamos esto, pues el resultado global va a ser una equivalencia entre exportaciones e importaciones y entonces nadie va a tratar de ganar tras generar excedentes, sino bajando costos, de los que los principales son los impuestos.
Si para pagar deuda el Estado utiliza al dinero cobrado por impuestos a los evasores y otras yerbas que tenían su dinero en el exterior, se trata de dinero que ya estaba fuera y seguirá afuera, por lo que no nos afecta internamente, en cambio, a las divisas ahorradas en bancos locales les sucede algo insólito: no pueden ser prestadas pues el importador que antes las necesitaba ya las consigue afuera junto con los permisos obligatorios para importar. Los dólares ahorrados que están dentro del país tampoco pueden ser depositados a plazo fijo, pues el banco no pagará ningún interés por un dinero que no pueda prestar a una tasa mayor, entonces lo van a llevar al exterior en donde por lo menos se paga un 1%, o para poder reingresarlo como derechos de importación, secando el mercado local para siempre pues los dólares ya no podrán reingresar, haciendo que lentamente el mercado inmobiliario pase a operar en pesos. Cuando el mercado esté completamente seco, será imposible determinar cuál será el cambio "pesos/dólar" por el mecanismo de la oferta y la demanda dado que ya no habrá demanda, por lo que habrá que hacerlo triangulando su valor casi seguramente contra el valor del oro, y entonces nos habremos independizado del abuso comercial de USA, y más que probablemente con posterioridad retomemos el uso del oro como método para proteger nuestros ahorros llegado el caso de tener que volver a soportar a ineptos gobiernos inflacionistas. Amén.
En síntesis: Dejar de emitir, bajar los impuestos, no importar más de lo que se exporta, y recuperar el dinero mal llamado "fugado"... ¿ es tan difícil que hace falta que venga Dios para hacer todo esto ?