Ninguna posición es a priori ni ventajosa ni desventajosa a la hora de hacer un negocio ya que en el mercado libre las
dos partes ganan o no contratarían, a no ser que se trate de una estafa y, como su nombre lo indica, una estafa no es un
negocio sino otra cosa por lo que no hay motivos para confundirlos, excepto para el estafador que hablará por igual de
"trato, negocio, o venta". De modo que toda supuesta posición ventajosa no se da entre vendedor y comprador sino
entre dos vendedores donde uno puede ofrecer un menor precio o mejor calidad que su competidor, y también se da entre dos
compradores si uno quiere comprar y pagar con una moneda sólida, mientras que el otro pretende pagar con una moneda
devaluada y emitida sin frenos por un gobierno inflacionista, pero, en síntesis, ni el vendedor de autos Rolls Royce
está en una posición superior que le permita abusar de cualquier comprador.
Si se concibe al trabajo como a una mercadería cualquiera que se negocia, se está
cometiendo un error pues el trabajador no es libre para fijar ni tangencialmente el valor de su trabajo, ¡ porque es el que
está vendiendo, no un Rolls Royce, sino la habilidad para armarlo !, y además tampoco es del todo libre para
retirarse de una negociación desventajosa [una en donde hay cien metros de cola de aspirantes a un mismo trabajo, pues siempre
hay alguien mejor, y siempre hay alguien más barato], pues de hacerlo al menos ese día no va a ganar lo que tenga que comer.
Los trabajadores y la patronal no son ni socios ni enemigos sino colaboradores: si a una empresa le va mal, tanto se perjudica su dueño como sus empleados, por lo tanto los trabajadores deben ayudar a los empresarios y la mejor forma es permitiendo que entre ellos compitan por los mejores trabajadores.
Los sindicatos demostraron ser parásitos de los trabajadores pues en esta cuestión no han hecho nada, y toda su historia ha sido un ir y venir del colaboracionismo con la patronal o el gobierno, a una oposición y conflictividad crónica para perjudicar a los gobiernos de otros partidos más que para defender los derechos de los trabajadores.
Como en una ecuación mal hecha, este problema no se puede resolver porque le hace falta un elemento más: otro tipo de organización de los trabajadores por afuera de los sindicatos, o a partir de los sindicatos si se los reestructura para producir y no para parasitar [en el primer caso sería un "parasindicato" y en el segundo un "supersindicato"].
Tomemos por ejemplo a la salud: Si todos los trabajadores de la salud renuncian a sus trabajos y contratan con una agencia de empleos para que haga de intermediaria con las clínicas y hospitales, esta tratará de conseguir el mejor lugar de trabajo y por el mejor pago pues de allí obtiene su comisión.
Para la misma función podrían fundar su propia agencia que les reconozca su antigüedad y demás logros anteriores. Si esta empresa cooperativa de los trabajadores de la salud es monopólica y tiene absolutamente a todos los trabajadores médicos, enfermeros, farmacéuticos, bioquímicos, administrativos etc., también tiene como afiliados absolutamente a todos los empleados del Ministerio de Salud Pública, incluyendo al Ministro [que en una democracia real sería elegido por los médicos y no "a dedo" por un abogado, aunque sea presidente].
Para poner en marcha este sistema los trabajadores deben decidirse a renunciar a sus trabajos y afiliarse a su propia empresa o "supersindicato" si la construyen sobre su viejo sindicato, que pasará a ser su nuevo jefe que le respetará la antigüedad, nivel del salario, y hasta subsidio de desempleo cuando corresponda y, para ello "alquilará" su trabajo a los empresarios que, como cualquier alquiler, deberán pagar por adelantado.
El empresario ya no será el empleador sino su propio sindicato donde democráticamente el afiliado elige a su "staff" directivo por concurso como hace cualquier empresa [porque será una empresa cooperativa dedicada a alquilar mano de obra].
Estos gerentes se diferenciarán de los gerentes "empleados del capital" pues saldrán de una asamblea de representantes elegidos democráticamente por sorteo entre todos los afiliados y las decisiones vitales serán siempre ad-referendun de los mismos.
Como el empresario dejará de ser "el patrón" para ser quien alquila un servicio, pagará únicamente ese alquiler y punto, éste podrá ser más alto o más bajo pero no incluirá ni vacaciones, ni salario familiar, ni nada [de eso se encarga el supersindicato], por ejemplo, quien requiera a un cardiólogo siete días a la semana y doce horas diarias, le alquilará al supersindicato 84 Hs. de trabajo al precio que éste le fije [tiene afiliados a todos los cardiólogos del país] para después enviarle a cuatro profesionales distintos, dos para turno mañana y tarde de lunes a viernes y, otros dos para el fin de semana [o lo que crea más conveniente].
El empresario será el consumidor de la fuerza laboral y así como devuelve un tensiómetro que funcione mal, devolverá al profesional cuyo trabajo no le agrade sin más trámite, y que el supersindicato lo recapacite, y mientras tanto lo reemplace, pero, si el empresario exige a determinado cardiólogo por considerarlo especial, ¡ que ofrezca más dinero por la exclusividad !
Así la oferta y la demanda empujarán los sueldos para arriba de quienes se lo merezcan por su talento o experiencia y que hoy por más esfuerzos que hagan siempre ganan el salario mínimo.
Para el empresario la flexibilización laboral es absoluta, y al mismo tiempo la estabilidad laboral es total pues se trabaja para una agencia que no puede despedir a sus dueños [en casos graves se podrán retirar matrículas, títulos, y sentenciar con expulsiones, pero, mediante un juicio por jurados integrado por sus pares].
Los empresarios se quitan de encima toda la liquidación de sueldos y las "oficinas de personal" se reducirán a un mínimo, con un sustancial ahorro de dinero y problemas [tercerizando gratis el área de personal en el supersindicato del mismo personal].
Si el supersindicato pone precios desorbitantes el empresario no contrata y no le entrará dinero al supersindicato, y al final al salario lo fijará el mercado y no ninguna posición dominante, ni mayor poder, etc., pero [para los convencidos por la teoría de la explotación] será evidente que si la justicia social no funciona así, entonces no funcionará nunca [hasta podrán votar por tener su propia jubilación para no cederle el manejo de su dinero ahorrado para la vejez a una A.F.J.P., ni a un gobierno manirroto].
Los trabajadores tendrán un legajo-currículum oficial con la reseña de todos sus trabajos y la evaluación de los mismos empleadores expresada como ofertas superiores al promedio, y sobre todo cambiarán a sus inocuos sindicalistas por "agentes" más comprometidos como los que le buscan contratos nuevos a artistas y futbolistas.
El supersindicato cobrará la hora más cara de lo que se le paga al trabajador y con esa diferencia financia su administración, los subsidios de desempleo, y hasta "incuba" empresas, o en casos de recesión hasta puede financiar la compra de empresas de salud por sus propios ex-empleados [sin nacionalizar nada, o sea sin la picardía de arriesgar el dinero del resto del país en sus negocios].
La oferta y la demanda no se distorsionan, y al ahorro en administrativos, hay que agregarle el ahorro en descontento social pues en vez de huelgas, se harán caer directorios sin perjudicar a la fuente de trabajo. El sistema imposibilita las huelgas porque los trabajadores no se pueden hacer huelgas ellos mismos.
Si la patronal debe tomar préstamos, tambien podrá acudir a los supersindicatos para que compitan contra los bancos usando el dinero que estos tienen ocioso, y esto es el fin definitivo de la desigualdad en el poder de contratación al poder exigir tanto garantías patrimoniales como cupos de trabajadores [y los mismos empleados de las empresas que están afiliados al supersindicato acreedor, serán los que den fe sobre el valor de los bienes de las empresas que quedarán hipotecados en beneficio del supersindicato nacional y no de algún banco extranjero].
La flexibilización laboral, además de angustia en los despedidos, causó pánico en el resto de la fuerza laboral y una consecuencia de esto fue la fuerte retracción del comercio [en especial de autos y viviendas] y el inicio de una recesión histórica.
Pero el sistema de supersindicatos le da al trabajador estabilidad supra-empresaria ya que una empresa puede quebrar sin afectar al trabajador pues el supersindicato automáticamente lo pasará a reubicar en otra, aunque sea temporalmente para que no pierda "training" y tenerlo en vidriera a la espera de ofertas de sueldo superiores, y ya sea que trabaje menos y por menos dinero el subsidio de desempleo interno hace que cobre el mismo salario que antes del cierre de su fuente de trabajo anterior.
Si el Ministerio de Salud es el Supersindicato del personal de la Salud, así como los tres poderes son independientes, la Salud será un "cuarto poder" que para conseguir su independencia debe tener la facultad de recaudar los impuestos que paga el sector salud.
A la partida que se juega entre empresarios y gobierno por un lado, contra trabajadores del otro [variable de ajuste] la creación de un supersindicato que se "coma" al Ministerio del sector, le guste o no a los políticos, nos llevaría a la multidemocracia.