Los bienes de capital aumentan la producción prescindiendo cada vez de más mano de obra, entonces [la madre de todos los dilemas económicos] ¿ quiénes tendrán trabajo y dinero para comprar esa producción si el ritmo de la productividad de las empresas automatizadas aumenta más que el incremento de la población [consumidores] y la generación de puestos de trabajo ?
Marx no predijo [ni nadie] que en la cumbre del liberalismo se dispusiera de tantos bienes de capital como para abrir la etapa post-industrial basada en la información y los servicios [tampoco predijo la irrupción de la mujer en el mercado laboral].
Según la heterodoxia económica keynesiana, marxista, o mixta, la inversión
en bienes de capital tiene un techo "invisible pero móvil" que de a saltos se supera aumentando la producción
que, por más que después se gaste en publicidad, la demanda no querrá o no podrá absorber, acumulando
stocks, produciendo despidos y suspensiones temporarias de trabajadores, entonces con esa excusa los gobiernos intervienen en el
mercado causando lo que predijeron, y lo peor viene después para arreglar lo que desbalancearon con controles y regulaciones,
poniendo más controles, regulaciones, y recurriendo a los subsidios: Necios regodeándose en su arrogancia.
Esto que es simplemente una mala asignación de recursos hecha por el mercado [me refiero
a los excesivos stocks por productividad en suba, con desocupación y con consumo en baja durante gobiernos proteccionistas], siempre va a querer compensarse erróneamente por la vía de aumentar las exportaciones gracias a devaluaciones "competitivas",
cuando lo correcto sería asignar bien esos recursos, o sea invertir lo correcto para cada mercado y poner filtros arancelarios
sólo para la producción del exterior que venga subsidiada o alentada por maniobras de sus gobiernos para sacarse de
encima sus stocks sobrantes y así exportar desocupación, lo que de todos modos sería innecesario con un balance
automático entre exportaciones e importaciones vía derechos de exportación negociables.
El mercado se autorregula, pero sólo con la protección del Estado contra las maniobras de los otros Estados como U.S.A., U. E., y Japón, que están encadenados al sistema de producción neoliberal que requiere de la obsolescencia planificada y que la periferia no se industrialice y les compre sus sobras, por cierto de una calidad exquisita.
Pero suponiendo que el mercado internacional se autorregulase y ya no pretenda inundarnos con sus manufacturas subsidiadas a precio de dumping, ¿ quién nos protege del que para no trabajar invente una máquina para hacer edificios y así deje al 80% de los trabajadores de la construcción sin trabajo ?
Primero, bienvenida sea esa máquina ya que el obrero de la construcción tiene un trabajo del siglo XIX y, segundo, se abrirá una fuente de trabajo exportando esas máquinas a todo el mundo: el progreso ya se comió a los que hacían arneses para bueyes y también se va a tragar a los albañiles y obreros de la construcción y vaya uno a saber a quién más, y llegará el día en que con tantas máquinas sólo tengamos que trabajar una hora a la mañana para alimentar y encender las máquinas, y otra a la noche para apagarlas y limpiarlas, par de horas proporcionalmente mejor pagadas que las de la jornada laboral de 14 Hs. del siglo XIX.
El progreso es bueno e imposible de frenar. Si aumenta la desocupación, que la solidaridad interna de la sociedad acompañe el proceso [subsidios temporarios de desempleo], pues el progreso no tiene que convertirnos en burbujas independientes desentendidas de nuestro entorno social, y por cierto la desocupación temporal debería durar lo que se tarde en aprender a utilizar el nuevo método productivo.
Segundo: Prohibir la construcción de esa máquina para salvar las fuentes de trabajo, aunque cueste entenderlo, sólo beneficia al empresario de la construcción que no tenga de esas máquinas [por ejemplo el empresario de U.S.A.] y si se llega a cometer con éxito ese "progresicidio" en algún momento algún gobierno va a confiscar los tractores y nos van a mandar a todos al campo a sembrar a mano como en la Camboya comunista.
Tercero: No se venderán 100.000 de esas máquinas en el acto, sino una para comprobar su eficacia, luego otras dos, meses después otras cinco, y así hasta satisfacer el mercado en el plazo de algunos años, por eso el Estado no debe imponer ningún "período de gracia" para la reconversión de la economía pues éste se presenta solo, y a los nuevos desocupados se encargará su mismo sindicato de capacitarlos para ser los tecnoalbañiles que harán paredes, o lo que sea, moviendo un joystick.
La conquista de la reducción de la jornada laboral indefectiblemente llegará solo si aumenta la tecnología [¿ usted pondría a un operario fatigado a manipular una máquina millonaria ?].
Generación tras generación hay un problema que no se resuelve, o se resuelve a medias, con una reincidencia cada vez peor: el fin de lucro. En la Biblia esto está simbolizado con "un plato de lentejas por una primogenitura", o sea: uno gana mucho a costa de otro que se siente estafado.
Mucho después de escrita la Biblia, se escribieron las leyes de mercado [en realidad se "descubrieron y describieron"], donde autores por cierto mucho más inteligentes y cultos incurrieron en una extraña omisión: para ellos "el mal" nunca pone un pie en los mercados, pero la oferta, la demanda, la ambición, la avaricia, el egoísmo, o la solidaridad, todas se hacen de tiempo para darle paso a dos perlitas de la condición humana: la gula [acaparar cosas sólo para que otros no las puedan tener], y la envidia [sufrir cuando otros tienen éxito].
En este punto creo necesario agregar un nuevo pecado capital: el "pajerismo" [que viene de tener "cola de paja"], porque la sospecha de ser envidiado es una fuerza tan destructiva como la envidia, y la sospecha de la gula ajena crea una "gula preventiva" de signo contrario pero de igual valor absoluto.
Así, el empresario exitoso no aumenta los sueldos de sus empleados más que el
empresario competidor al que le va tan mal que después de pagar los sueldos se queda sin ganancias, pues prefiere pagar un
bono a fin de año como premio sin aumentar salarios que transferirían su costo a los precios de sus productos
[claro... beneficiando a los consumidores], porque así también evita y le clava un puñal a su competidor
si pretende mejorar su plantel de empleados ofreciendo mejores salarios para tener una producción más competitiva.
Esta gula de empleados capacitados es un dumping virtual, pues el empresario no vende por debajo de sus costos, pero,
obligaría su competidor a tener que pagar salarios mucho más altos para que alguien se anime a salir de una empresa
exitosa y mudarse a una en problemas aunque en ella las posibilidades de crecimiento sean mayores.
El problema del liberalismo no es que sus empresarios no acepten lo que el resto crea que es un
precio justo para lo que vendan, más un salario digno para lo que pagan [por ejemplo las empresas americanas de primera línea pagan salarios muy altos, beneficios sociales, bonos de
fin de año, y hasta acciones... ¿ quién puede quejarse ?], sino porque cuando entre ellas se
descuartizan, producen lo que en la guerra se llaman "daños colaterales", como estancamiento en los salarios del
vencedor, desocupación, y hasta pérdida de ventas porque el sector comercial queda bajo sospecha, y la salida
explicada por Nash es evitar la competencia y optar por la cartelización.
Por cierto que la ortodoxia acierta al definirla como "desocupación temporaria", y a la destrucción de fuentes de trabajo como "destrucción creativa", pero, ¿ no debería un simple cálculo, por ejemplo: aumento de la población activa por nivel de desempleo, sobre aumento del P.B.I. por ingreso de capitales, aplicado al número de desocupados creados al "destruir" cierta empresa, permitirle a sus empleados calcular en cuántos días conseguirán otro empleo ?, porque para eso se supone que sirven las leyes, y no para quedar dos años desocupados y sin esperanzas de salvación a la vista.
Frente a la pérdida de la esperanza, la "gula preventiva" que nacionaliza
empresas privadas porque las sospecha perversas, se convierte así en una constante que opera sobre los mercados [con sus
fuerzas de nombres graciosos como "inestabilidades, incertidumbres, intranquilidades de los mercados"]:
¿ la explosiva fuerza a presión de los temores de los consumidores en su doble función de fuerza laboral de los mercados y consumidores, no ameritan una nueva "ley de mercado" y habría que agregar las iniciativas de algunas empresas pateando el tablero y haciendo lobby para que el Estado nacionalice empresas, o les de subsididos que implican estatizar sus pérdidas ?, que sería la "ley del embudo", o sea: que a una empresa no la vean,
mucho cuidado con crecer o andar mal, les da lo mismo porque en el embudo entra todo, y entonces a algún boludo del gobierno se le va a ocurrir nacionalizarla.
Dentro del Estado actúan estas fuerzas devoradoras con el agravante de no autonivelarse
como los mercados, sino "a dedo": el mismo Estado que ataca a las grandes empresas, después favorece a las
automotrices, o alienta a crear PyMEs [Pequeñas y Medianas Empresas], porque supone que en este nivel no está
financiando a "explotadores", y al final la economía no se mueve por las leyes de mercado, sino por la ignorancia
de los votantes, y la moral de dirigentes políticos empresarios que si pierden, pierden nuestro dinero.
Stalin, Lenin, Marx, Mao, Castro, Guevara, y hasta Evita, tienen cada uno su película [o varias] mientras que la derecha no tiene las vidas de sus "héroes" [ni en DVD sin pasar por el cine], por dos motivos: por tratarse de investigadores universitarios en vez de líderes de masas, y segundo, porque la derecha tiene una estructura "comunista" pues las leyes de mercado son los aportes
de muchos desconocidos, y el cine necesita protagonistas individuales y "trepadores" que le den a la película una apasionante estructura "in crescendo".
¿ Quienes fueron Böhm-Bawerk y Menger de la escuela austríaca ?: La derecha no tiene a un Marx y ese papel lo cubren rotativamente los presidentes de U.S.A., y cualquiera da lo mismo para cumplir la función de blanco para odiar, y sin uno a tiro siempre habrá un empresario, en especial los que quiebran empresas [aunque la culpa sea de algún ministro].
Sólo un ministro tiene el poder para descalabrar una economía y producir miles de quiebras, y luego nacionalizar o "recuperar" fábricas, con costos que solventaremos nosotros.
Ahora bien, ¡ U.S.A. hace esto, salvo que allí esos nacionalistas proteccionistas los llaman "salvatajes" !: De una empresa quebrada el liberalismo sostiene que nadie incendia los restos sino que se reciclan máquinas, talleres, oficinas, etc., que ocuparán la misma mano de obra pero trabajando para otros jefes, reacomodamiento que aunque lleva tiempo es demostradamente eficiente, reaprovechando todo con pequeñas reencarnaciones, mientras que con los "salvatajes" sólo se consigue darle a la empresa una larga y costosa agonía.
Claro que esto no tiene la emoción de ver por televisión a los empleados luchando por conservar su fuente de trabajo abrazados tras conseguir la firma de algún político [la firma es suya, pero el cheque es nuestro, como la paciencia por los bombos, marchas, etc.].
No es una decisión de nadie tras un escritorio, sino del mercado, que no recupera empresas para reciclar las máquinas y otros bienes útiles creando empresas nuevas o agrandando las viejas, y a este proceso lógico por culpa de Schumpeter lo llaman alegremente "destrucción creativa", un error de comunicación que se tuvo que llamar "F.A.R." o "Fenómeno Automático de Reaprovechamiento del capital con reorganización de la fuerza laboral pese a la incompetencia empresarial explotadora que quiebra empresas y les importa un cuerno las familias de los obreros" [y claro, ¿ así quién filmaría la vida de Schumpeter ?].
Dentro de la ortodoxia hay diferentes liberalismos, por ejemplo, el de la producción y el financiero, donde el de la producción fracasa en ocupar al 100% de la fuerza laboral porque ese nunca fue su objetivo, a diferencia del sistema económico previo, que era el esclavista mercantilismo con ocupación plena.
El instrumento a usarse para que la ocupación dentro de un país no cause desocupación en otro país es el internacionalmente solidario proteccionismo autonivelado instrumentado con los "derechos de importación" que igualen exportaciones e importaciones. Esto conecta a la producción con las finanzas responsables de otra falla pues su deber es financiar a la producción y no lucrar con mínimas inversiones y sin riesgo, porque así se presta al juego cuyas malas apuestas pueden crear "burbujas" mortales que inician recesiones y quiebras masivas por culpas ajenas sin "destrucción creativa".
La solución la tendrían los sindicalistas si presionaran por la constitucional "participación en las ganancias", así: Conquisten el derecho de "veto" en la venta de acciones de sus empresas, y compren cada venta vetada al mismo precio, acaparando, revendiendo, o alquilando esas acciones, matando a la "Bolsa" como casino irresponsable e inimputable, y beneficiando a las firmas que ya no recibirán dinero de miedosos especuladores, sino el mismo dinero pero de quienes colaboran para su éxito.
Claro que lejos del sueño de una sociedad de iguales sin jefes, esto haría que
muchos de los humildes trabajadores que son sindicalistas se transformen en accionistas timberos, pues bien, que se vigilen entre ellos.
¿ Entonces a quién beneficiaría esta iniciativa sindical, a los
oligarcas dueños de empresas para que así consigan más socios que los apoyen en sus aventuras acaparadoras,
o a los sindicatos ?, pues bien, esto no es un negocio sino una especie de garantía para beneficiar la estabilidad
de las empresas y luego, darle tranquilidad a los trabajadores sobre su futuro. Esto implicaría un cambio de mentalidad
brutal porque los sindicalistas frente a los empresarios se han conducido siempre como mafiosos y chantajistas, y ahora tendrían
una función de sostén e incluso hasta como de garantes.
Creo que cambiando el sistema de tres partes que usa al salario como variable de ajuste, con los empresarios y políticos por un lado y los trabajadores por el otro, por un sistema con los empresarios junto a los trabajadores y los políticos del otro lado, atacamos a la desocupación que, demostrado ya que no es por culpa de las máquinas, entonces es por culpa de los políticos.
¿ Pero culpa de qué tienen los políticos, acaso la culpa de querer mejores condiciones laborales, con mejores sueldos, y plena ocupación está mal ?, bueno... ¿ sabe cuántos ignorantes y en cuántos países tuvieron las mismas ideas de aumentar por decreto los salarios para que con ese aumento de ingresos aumente el consumo y demande más producción acabando con la desocupación, o la brillante idea de reducir la jornada laboral [sin reducir el salario] para que los empresarios deban tomar más personal ?
Si aumenta el precio de la carne, ¿ acaso usted no baja su consumo ?, y entonces, ¿ por qué piensa que si a un empresario le aumentan el costo del trabajo [con la primera idea de forma directa, y con la segunda de forma indirecta] estos habrían de "consumir" más ?, lo que va a pasar es exactamente lo contrario de lo que usted desea y que por otra parte es exactamente lo mismo que usted hace, bajar el consumo de lo que le aumenta de precio, o sea: los empresarios sin ánimo de entorpecer una gestión de gobierno, o de dar un "golpe de mercado", simplemente van a tener que despedir personal por la supervivencia de sus empresas.