[A] Los mercados fuerzan a los empresarios a buscar un equilibrio para que cada producto se venda al mismo tiempo lo más barato posible, con la mayor ganancia posible, y al que esto no le entre en la cabeza que no pretenda ser empresario [y menos dirigir la economía de nadie].
En teoría el empresario no paga bajos salarios para enviar ese dinero a su bolsillo,
sino para transladarlo a los costos que así se abaratan para provecho de los consumidores que [estos sí] consumiendo más harán
más rico al empresario que, más que obviamente, no se hace rico despidiendo empleados para ahorrarse el tener que pagarles sus sueldos.
La falla del liberalismo está en quienes cobran menores salarios, al mismo tiempo
son consumidores que reducen sus compras, y muchas reducciones de compras son una recesión, y es una falla igual aunque en realidad
el salario no baje sino su poder adquisitivo por causas ajenas a los empresarios [que en ningún caso emiten dinero].
Una mayor ocupación laboral lleva a los salarios para arriba, luego... ¿ una
flexibilización laboral que en teoría debía ayudar a bajar la desocupación, en realidad sólo
sirve para bajar las pretenciones salariales ?, bueno, la respuesta depende del contexto económico, y de las
expectativas para el corto plazo [para el largo plazo quedan las decisiones sobre adquirir bienes de capital], pero lo cierto es que
en Argentina esto causó pánico y retracción del consumo pues: ¿ por qué arriesgarse a comprar
una casa o un auto a pagar en cuotas, sin la seguridad de tener un trabajo con el que pagar la totalidad de las cuotas, y habiendo liquidado por nada sus ahorros cuando se los necesitaría más que nunca hasta conseguir otro empleo ?
Aunque a la flexibilización se la conoce por una aprobación en el Senado que hizo renunciar a un vicepresidente, ya se la había adoptado como política de Estado desde fines del gobierno anterior por medio de desregulaciones y decretos presidenciales.
Una sociedad que por primera vez en décadas pudo vivir seis años sin inflación y con estabilidad, se volcó demasiado a las compras en cuotas por un exceso de confianza, y así los dos últimos años del siglo XX anteriores a la aprobación formal en el Congreso, con la flexibilización avanzando paso a paso por sectores sin producir un aumento en la ocupación sino retracción en las ventas por miedo, por culpa del más cerrado dogmatismo no se lo quiso ver y se insistió en flexibilizar pese a que las estadísticas de los últimos dos años no solo refutaban la "magia flexibilizadora" para conseguir la plena ocupación, sino que evidenciaban que aumentaba la recesión.
La teoría ortodoxa de la flexibilización era correcta, pero incurrió en mala práxis al dejar afuera de la ecuación a la psicología de los actores, primero, una patronal de poca visión y, segundo, trabajadores sin comprensión [que no es su culpa].
Y si los trabajadores no sabían las leyes de mercado que supuestamente debían obedecer para llegar a la plena ocupación, menos todavia sabían psicología los empresarios, aunque en realidad fuese innecesario porque pese a no entender por qué lo que sucedía en Argentina era diferente al resto del mundo, les hubiera alcanzado con ver las estadísticas y atenerse a los hechos de sus recientes caídas en las ventas.
Una sociedad intranquila produce huelgas, disturbios, recesión, y hasta caídas de gobiernos, y si a estos hechos perjudiciales no se les ponen precio para anotarlos en el "debe" contra lo ahorrado despidiendo gente, ¿ cómo un empresario puede hacer un mínimo cálculo económico acertado ?
¡ La teoría de la flexibilización no fue incorrecta sino pésima su contabilidad, porque junto al "debe y el haber" de los libros contables privados, nunca hubo una columna para el "debe social" ! [o por lo menos anotaciones al margen como las de Napoleón en las páginas de "El Príncipe" de Maquiavelo].
De la ortodoxia al dogmatismo no hay más ortodoxia, sino más estupidez: La economía puede retroceder pero no la producción, y cada innovación le dará un empuje positivo a la producción pero negativo a la ocupación y ya sea por robotización, informática, o genética, cada una de ellas le dará un pequeño empujón al aumento de la desocupación, por más efecto "multiplicador" que se le adjudique a algún sector, pues es imposible sumar negativos para que den un número positivo y, así se explica que en la década del noventa hubiera más producción con una desocupación récord.
Las fuertes indemnizaciones antidespidos conquistadas por los sindicalistas de los servicios públicos, en liquidación por aquellos años casi liberales menemistas [y "servicios" no es igual que "industria"], por un curioso pero predecible "efecto derrame" terminó afectando a la producción y eso quiere decir que la recesión comenzó siendo miedo en los asalariados, pero en la práctica salió de las especulaciones sobre el futuro salidas de las cabezas de los empresarios, esto no tiene nombre pero
también ha pasado en U.S.A. en donde una buena noticia para la economía hace caer las acciones de las empresas en Wall Street por la siguiente imbécil especulación:
"si a la economía le va bien, entonces las empresas van a tener que pagar mejores sueldos", una "ilógica" muy emparentada con: "si a la
economía de U.S.A. le va mal, pues ¡ hay que comprar bonos del tesoro de U.S.A. !".
Finalmente, la solución al problema que la tecnología que beneficia a los
empresarios y consumidores le genera a los trabajadores desempleados, no la tienen ni los sindicalistas, ni los políticos, ni
el gurú de moda entre los economistas, ni tampoco yo, pues creer o reventar: a la solución la va a encontrar el mercado
que suele no desperdiciar nada y eso ha incluido siempre a la fuerza laboral, mientras los políticos no lo estorben.
[B] El crédito interno: Aquí no se salva nadie y ya nadie tiene
crédito en los dos sentidos de la palabra. Según el dogma liberal no hay una división interna del liberalismo
tal como "salvaje" en oposición a otro liberalismo "piadoso": si alquien se endeuda es para producir más,
cumplir la promesa de devolver el capital más los intereses y, si no cumple, quien ejecute la garantía no es salvaje sino
alguien a su vez forzado a pagarle a sus proveedores y empleados. Sin intereses y garantías de que los créditos
serían devueltos no se hubiera dado nunca un préstamo, las ruedas de la economía nunca hubiesen girado, todos los granjeros seguirían arando con bueyes en vez de tener tractores, toda la civilización estaría más atrasada y, seguramente, usted no estaría leyendo esto sino alguna publicación rural para mejorar el engorde de los chanchos de la miserable granja que heredó de su padre y abuelo.
Si el dinero no circula la civilización no avanza, y si avanza va a ser por un sólo camino: respetar los contratos,
la propiedad privada, y no hacerles a los demás lo que no vería bien que los demás le hicieran a uno mismo.
Sin embargo, un único liberalismo admite "personalidades" distintas como las de los productores y las de los financistas, o sea los que vuelcan el dinero a la producción, y los que lo usan para la especulación. Más la peculiaridad del liberal de clase alta con doble personalidad que como empresario es partidario del "proteccionismo", mientras que como consumidor es otra cosa muy marcada por un fuerte "favoritismo" que lo hace consumidor de los productos hechos por su clase para su clase sin importar el país de origen de las importaciones.
Pese a esto, en este sistema ganan todos: el productor trabaja menos gracias al tractor, el rentista aumenta su dinero, y el Estado cobra más impuestos [ganan todos menos la víctima del progreso: el tipo que vendía arados y arneses para bueyes].
El pensamiento único liberal que se impuso tras el triunfo del liberalismo por
deserción del comunismo y el paso a la derecha de todos los socialismos y progresismos mundiales, ha sucedido también
incluso en Argentina
y algunos países de latinoamérica en donde ha triunfado el "capitalismo de amigos" llamado para la gilada
como "socialismo del siglo XXI", que forzó a las ideologías de izquierda a ofrecer un progresismo superficial
en sus contenidos pero fascista en su aplicación para consumo de una clase media siempre indecisa que se inclina por propuestas
intermedias, a lo que le ha sumado mucho clientelismo político para una clase baja que no entiende ni el 10% del 10% de economía
y política que entiende una clase media que no para de hacerse goles en contra.
La gran ventaja histórica de la ciencia detrás del liberalismo sobre las ideologías
voluntaristas acientíficas, es que se permitía cuestionar todos sus dogmas sagrados sin dejar de ser liberal, en ese
sentido el neoliberalismo de los 90's hilarantemente calificado como "fundamentalismo de mercado" ha sido un evidente paso atrás de los liberales que dejaron
que la vieja política se vista de liberal al mismo tiempo que seguía siendo suicidamente estatista [hubiese sido
más correcto llamarlo "ludo-liberalismo" sabiendo que siempre una ruleta rusa termina muy mal para alguien y que no
debe olvidarse que la ley número uno del libre comercio es que ganen todos], luego, si todavía quedara algún
liberal íntegro, como Mises o Hayek, seguramente hoy llamaría así al peronismo menemista neoliberal.
No sirve mover las agujas del reloj cuando uno llega tarde, y si llegamos tarde a la oleada
liberal mundial sin el respaldo de instituciones
descontaminadas de clientelismo, leyes plagadas de populismo, con mentalidades esclavizadas y atadas al estatismo. Ahora bien... ¿ ya
lo aprendimos de una buena vez ?, una mentalidad argentina donde hasta el más izquierdista vive como liberal, ahorra
en dólares [y muy posiblemente en Uruguay], vacaciona en Miami, y después se pasa todo el santo día complotando
contra los otros liberales íntegros para tratar de castigarlos con más y más Estado, sólo se cambia si el
sistema lo pone ante la disyuntiva de "perder la suya" si se equivoca, y eso se logra democráticamente con una multi
democracia en vez de con una falsa democracia que ya ha confesado que es una partidocracia. Esto va a descontaminar a las instituciones
[o sea: al Estado] del clientelismo: el empleado público no vota, y menos el que vive de la caridad estatal y, contra las leyes
populistas, no sirve hacer nuevas leyes sino anular las vigentes y revisar ciertos fallos entre socialistas y oportunistas de jueces
que parecen veletas girando según el viento político siempre vulnerando los derechos individuales e inviolabilidad de
la propiedad con la excusa del bien público [empezando por beneficiar no al público sino a un sector como el de los
inquilinos], moratorias hipotecarias, precios máximos, topes para los intereses, etc. amparados en la inestabilidad social,
bienestar general, y que los actos del poder Ejecutivo no están supeditados a la aprobación del poder Judicial apenas
porque el Congreso declare que hay un estado de emergencia y los poderes del rey de turno pasen a ser superpoderes prohibidos por
la Constitución, y a nuestras desacreditadas Cortes Supremas ni siquiera les importa la eficacia de las constantes violaciones [saqueos] a los
derechos patrimoniales, despropósitos [como siempre necesitar apropiarse de los dólares ajenos y prohibir exportar],
y hasta contrasentidos [como impuestos temporales eternos] o, en última y recurrente instancia, los jueces
tardan tanto en fallar que lo que digan no sirve de nada como lo que sufren los jubilados, y lo que hicieron cuando en Argentina se
cometió el mayor robo del siglo al confiscar los dólares de nuestros ahorristas y pesificarlos por un valor
ridículo. [Nota: Pese a tantas cobardes agachadas de los jueces, de derecha, de izquierda garantista, y populistas a favor de
una justicia social que descaradamente justifica que la mayoría le robe a la minoría, los políticos igual
critican a la justicia y tratan de enemistarla con el pueblo al que deben defender de los abusos de poder cometidos por los gobiernos].
Argentina es una nación soberana, pero también puede decirse que es nuestra gran empresa cerealera que exporta a todo el mundo y, ¿ con qué sistema nos beneficiamos más ?
La respuesta es un sistema donde el comercio no tenga trabas proteccionistas, o sea: ¡ uno todavía más liberal que el actual ! y no podemos ser tan cínicos como para pretender liberalismo para una cosa, progresismo para otras,
y anacronismos por doquier como los controles de precios, las leyes de alquileres, el desdoblamiento cambiario, y la
sustitución de importaciones, o sea que uno por uno todos los trucos de los gobernantes izquierdistas violan los derechos de
"A" para beneficiar a dedo a "B, C, D, + algunos de sus militantes y testaferros", y la justicia no hace nunca una
condena definitiva y taxativamente o prohiba seguir cometiendo burradas malintencionadas, o retome el camino de defender los derechos
individuales porque la excusa de defender los derechos de la minorías no puede ignorar el hecho de que el individuo es la
menor minoría de todas.
Como somos una nación subdesarollada [periférica] no estamos en condiciones de mover el tablero de la economía del primer mundo, pero, aplicando un sistema de comercio con balance automático entre las exportaciones e importaciones, más el sistema monetario que mejor se ajusta a esa política [moneda con respaldo, y el uso de varias monedas], y la revolución sindical transformando a los sindicatos en empresas cooperativas que alquilen trabajo, más la inevitable "multidemocracia" en que derivaría tener a toda la población sindicalizada [una democracia con menos burocracia y sin mandatos representativos sino puntuales e imperativos: por ejemplo puntual es delegar la salud en los médicos, e imperativo implica que o los congresistas hacen lo autorizado por los votantes en las elecciones, o le revocan el mandato], como resulta que todo el mundo reclama por un sistema nuevo tanto en política como en economía y no les sale nada mejor que el neoliberalismo pos neoliberalismo, para después tener que dejarlo
y volver al Estado benefactor, para que dentro de cinco años vuelvan a tener que devaluar para reiniciar el ciclo de
estupideces sin fin [de hecho el actual ya es el neo-neo-neo-neo-liberalismo porque ya hubo olvidados "neos" anteriores
[la "economía social de mercado" de la Alemania Federal de los cincuentas fue bautizada como "neoliberalismo"
por primera vez -Alexander Rüstow- por sus hermanos de la Alemana comunista, con la temeraria pretención de vincularlo con el nazismo en vez de con los clásicos Smith y Ricardo].
La desocupación fue la herida sangrante del neoliberalismo y no fue un cruel capricho empresario, sino un derivado de la falta de financiación [donde la personalidad liberal de la producción choca contra los liberales de la financiación], aunque obviamente la raíz de todos los problemas financieros están en un Estado que no deja de endeudarse para pagar sus déficits, lo que sube las tasas y así cancela proyectos productivos [y encima emite moneda y genera inflación].
Pero, la desocupación como estrategia [un viejo tema ya analizado por Marx], aunque no sea un improbable complot de clase, es una perfecta imbecilidad empresaria por dos motivos: el primero es la costumbre empresaria de imitarse entre ellos [casi es un acto reflejo], y la segunda es la falta de responsabilidad social por su miopía estratégica, y aquí es donde debe comenzar a actuar con más fuerza la justicia evitando los despidos en avalancha, con sanciones no a los empresarios colaterales sino a los políticos.
Según la ortodoxia la única forma de desactivar la "fuga de divisas hacia abajo de los colchones" sería con mayores tasas de interés, pero, esta ayuda al ahorrista será un castigo para el productor, y esto sólo le servirá a la gran empresa ya establecida que puede operar durante algún tiempo "a pérdida", algo que las empresas nacientes no pueden hacer para sortear una recesión de seis meses
[y menos un año de cuarentena peronista con la gente estúpidamente feliz en sus casas cobrando sus sueldos sin ver lo
que se les vendría encima después], lo que sí empuja un tipo de segmentación donde las empresas grandes
estiran la brecha sobre las pequeñas, y donde la clase baja por más ayuda crediticia estatal que consiga, ya ni puede aspirar a generar nada más que trabajadores "proletarizándose".
Pero no sólo es cuestión de intereses sino de miedos, tiempo, y patriotismo, pues si los capitales internos no pierden el miedo, las varias veces más importantes cifras depositadas en el exterior nunca regresarán. Por eso la emisión de dinero [ortodoxia keynesiana] no nos sirve tanto como la emisión de permisos de importación contra reservas privadas depositadas en el exterior, pues "apagado" el miedo, se "enciende" el patriotismo [una variable que el liberalismo no suele capitalizar].
La globalización de los noventas empezó con la huída de los empresarios locales que vendieron sus empresas, y si las ex-empresas estatales se privatizaron subvaluadas y gracias a tomar deuda en el mercado interno haciendo subir las tasas de interés, lo que clausuró iniciativas productivas, para después pagar esos intereses prohibitivos gracias a tarifas monopólicas autorizadas por el Estado argentino, ¿ cómo se explica el auge vendedor en las empresas privatizadas en Chile, Brasil, y hasta España ?... bueno, a esto sólo lo explica la corrupción de Argentina.
En la balanza contra los beneficios del liberalismo global hubo que poner su tendencia a explotar cuanta estupidez hagan nuestros gobiernos con su moneda, tasas de interés, y deuda negociable [¿ en vez de evitar la estupidez del gobierno, pretendemos la autoabstinencia para hacer negocios servidos ?].
Si las privatizadas estaban subvaluadas ya no hay una solución ortodoxa, aunque se pudo obligar a pagarlas con dólares en efectivo y endeudándose afuera, pero, ¿ por qué llevarle un negocio servido a un banco extranjero y no a uno local en donde los argentinos podrían depositar su
dinero con menos riesgo ?, pero, como ya sabemos y sufrimos, los mismos que privatizaron después renacionalizaron
más caro y manejaron las empresas con crecientes déficis crónicos, pero... con el foco en terminar con la
desocupación "fácil", estos inútiles las llenaron de nuevos empleados públicos militantes improductivos y caros.
Entonces al final el aumento de empleados públicos que hacen los peronistas descerebrados
y manirrotos kirchneristas no sirve, y la flexibilización laboral por decreto del anterior peronismo menemista neoliberal
tampoco sirve porque... ¡ la solución la generará el mercado ! y la obra pública siempre
que sea transparente, para solucionar problemas de infraestructura y no de desempleo, recomendaría que sean muchas
pequeñas y locales pagadas con impuestos locales, en vez de mega obras nacionales que no se terminan nunca y que las
pagarán hasta los que no las van a utilizar.