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- Monopolios cooperativos:
- Olvidémonos de los supermercados pues no necesitan de los lácteos para sobrevivir, por lo que si se los castiga
con mayores impuestos, van a dejar de vender lácteos.
- Evitar toda la cadena de intermediación que encarece el producto y deja las ganancias en cualquier mano menos en
las de los productores con los impuestos a la intermediación.
- Incentivar la creación de grandes cooperativas municipales, regionales, o provinciales que permiten al mismo
tiempo manejar el pago a los productores del IVA "invertido" ya propuesto, y facilita la obtención de préstamos
al facilitar las garantías solidarias, como también el ahorro en el pago de seguros pues la cooperativa puede funcionar
como la aseguradora de sus socios. Además en sintonía con reducir al Estado, estas cooperativas pueden absorber a
sectores del sistema de recaudación impositiva estatal.
- Los precios abusivos no existen, pero hay que nombrarlos por las dudas: nunca un Presidente, un gobernador, o un ministro de
economía de la Nación, sino un intendente, tendrá derecho de veto sobre los aumentos
"abusivos" en los precios de los lácteos en su municipio.
- Reglamentación:
- La ortodoxia liberal ha demostrado lo incorrecto que es aplicar impuestos progresivos porque pueden terminar con el incentivo para que un empresario se decida a invertir en determinado tipo de negocios, pero, como aquí lo que se quiere hacer es desalentar el negocio de la intermediación, entonces sí pueden aplicárselos.
- Si por los avances tecnológicos se hacen inevitables las cosechas récord que suban el precio de los campos
útiles para el cultivo de la soja u otro cultivo que desvíe las inversiones y lleven al cierre de empresas
lácteas decanas de baja rentabilidad comparativa, los consumidores pueden asegurarse el abastecimiento de lácteos
desde otra zonas pero a mayores precios, y de la misma forma con la que el Estado zonifica regiones de las ciudades y allí
impide construir edificios, puede legislar zonas agropecuarias lácteas en donde los propietarios sólo puedan vender
hasta el 70% de sus terrenos a otra actividad, probablemente la consecuencia de esto será tener campos lecheros
subutilizados por desinversión, pero sin desabastecimiento de lácteos hasta que la "mudanza" a nuevas zonas
tamberas periféricas se finalice.
- Subsidios:
- Concederles un subsidio a los tamberos es la política estandar mundial, pero, es incorrecta no sólo desde la ortodoxia liberal, sino desde la más elemental lógica.
- Pre-subsidio: Esto es automático, y sin mediar para su obtención de ninguna decisión de los políticos de turno en el poder, porque así se evitará ser chantajeado por los políticos, al mismo tiempo que el Estado tendrá la garantía de que su dinero no va a ir a enriquecer a nadie indebidamente. El pre-subsidio es cuando la cámara que nuclea al sector en problemas se autodecreta en emergencia y difiere el pago de impuestos por seis meses [corre hacia adelante los vencimientos, pero, pagando después lo que debe más las multas por mora].
- Se puede postergar más, pero, para ello sí deberán participar las autoridades políticas mediante una ley.
- El subsidio es siempre una pérdida para el Estado, pero, si se tiene en cuenta que la actividad de los tambos no da pérdidas, sino que con la misma inversión se puede ganar más con otra actividad produciendo una fuga de empresarios, y si al Estado no le interesa recaudar más impuestos a las ganancias de esa nueva actividad, ni le interesa perder dinero vía subsidios, tal vez lo más conveniente no sea nacionalizar sino "lecherizar" esos terrenos al reglamentar su uso para mantenerlos para la producción lechera desgravando esa producción, y quien quiera poner subsidios que lo haga a nivel provincial y sujeto a referendum [que más democracia nunca está de más].
- Una compensación es un subsidio, pero, que no es pagado por el Estado. El
Estado debe sancionar una ley de compensaciones equitativas sobre la compra y reventa de commodities, y esta
le permitirá al productor de frutas de Rio Negro que vende "ahorcado" su producto por centavos,
obtener una compensación principalmente del supermercado que hace la venta final tras una larga cadena
de intermediación, cobrando el IVA en cada etapa [Supongo que sería más simple si
los productores únicamente le vendiesen a su cooperativa, y luego ésta cobrase el IVA y
vigilase toda posible evasión, para luego repartir lo obtenido entre sus socios].
Si como están las cosas hoy, el productor quiebra, el consumidor tendrá desabastecimiento, y
hasta el supermercado se quedará sin vender esos productos obteniendo ganancias, de este modo se
corrige una injusticia del mercado [¡ como si el mercado tuviese la culpa de que el productor
esté a miles de kilómetros de los consumidores !], no mediante el Estado, sino
retirando al Estado de la ecuación.
Como toda modificación en los impuestos es transferida al consumidor, esto no podrá suceder con
las compensaciones porque se trata del mismo IVA que no aumenta sino que se redirecciona. Esta solución
es una mejora, pero, no es la óptima, pues en una solución óptima todos ganan sin que hayan
perjudicados, y aquí el Estado cede recaudación, y el consumidor y el supermercadista resultan
ser neutrales, por lo que este ingreso mayor para los productores y para sus provincias vía impuesos locales,
bien pueden implicar una modificación en la coparticipación federal [siempre que no se decida hacer
lo correcto que es eliminar la coparticipación y que no haya impuestos nacionales sino sólo provinciales
y municipales coparticipados con el Estado central, o sea: a la inversa].
- Finalmente, la entrega lisa y llana de dinero público vía subsidios, debería estar limitada a tratar de recomponer la producción después de una catástrofe natural, y no después de que a los mercados se les antoje comerciar más con soja que con leche.
- Financiación:
- El banco público local se beneficiará más si a todo el conjunto de su sociedad los arrastra el empuje del
campo que, por ejemplo, lo que pasaría con un banco privado quedándose con un tambo cerrado vía hipoteca impaga.
Pero, sólo el banco público local podrá prestarles a tasas especiales a los tambos si sus electorados votan el
aumento de impuestos que le permitan disponer del dinero para prestar a esas tasas. De este modo el banco deja de ser del partido
político gobernante, y pasa a ser de los contribuyentes de todos los partidos.
- Aquí la garantía para los votantes estará en que el banco no le preste a productores, oligopolios, etc.,
sino a un "Club" creado "ad-hoc", o sea a la asociación de todos los trabajadores que trabajan
para los productores regionales.
- En estos clubes estarán juntos los trabajadores de los distintos sindicatos que trabajan para una misma actividad [por ejemplo, siguiendo con el caso de la producción láctea, hay una gran y diversa cantidad de especialidades derivadas del procesamiento de la leche vacuna].
- Los préstamos a tasas preferenciales se los concederán únicamente a estos clubes, de modo que el empleado seguirá siendo empleado, pero, el "Club" será socio de la empresa auxiliada. O sea: la empresa no recibe ningún préstamo, sino sus empleados, porque la sociedad decidió
votando que se le aumenten un 1% los impuestos para no tener desocupados y para no quedarse sin leche [o lo que sea causante de problemas en cualquier región del país].
- Finalmente, el "Club" de trabajadores [o como decidan llamarlo] pagará el préstamo concedido, porque conservando las fuentes de trabajo se cobrarán los correspondientes sueldos y además la empresa rescatada repartirá sus beneficios entre sus socios viejos y nuevos, entre ellos, el "Club" que puso el dinero cuando hizo falta.
- Con las dificultades incontables que pueden existir dada la variedad de tipos de producciones regionales, este sistema siempre
tendrá dos ventajas: se ahorra la tajada que se llevan los bancos porque estos no prestan ni cobran intereses, pues no
están prestando el dinero de sus ahorristas, sino recolectando impuestos [igual que ya hacen con los muchos impuestos y
servicios que se pagan en los bancos]. El dinero va al municipio en donde se aprobó la suba de impuestos. Este lo presta,
y audita, con un interés que es más bajo por faltarle la ganancia del banco y por no existir factor de riesgo, porque
nunca hubo ningún riesgo, pues no perdamos de vista que el productor no está por ir a la quiebra porque la gente haya
dejado de consumir leche, o frutas, etc., sino porque quiere ganar más en otra actividad, y porque la financiación que
reciben emprendimientos en negocios seguros como lo es hoy la soja transgénica, está dejando "secas" a otras actividades.
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