[A] Felicidad: Todos los sistemas económicos [excepto el esclavista] buscan que a la sociedad le vaya bien y prospere en conjunto, feliz y sin miedos. Discutir cuestiones técnicas de economía incluyendo temas con otras connotaciones [afectivas o psicológicas] es una muestra de falta de argumentos válidos.
Quien desconoce los términos en los que hoy se plantea el debate económico suele argumentar que todos son lo mismo, poniendo a los economistas en la misma bolsa que a los políticos por culpa precisamente de los economistas que abandonaron el debate que podría llamarse "catedrático", por el "mediático" que no busca el progreso de la ciencia económica tanto como el progreso en la pirámide de poder de su sociedad.
Los contendientes en este debate son históricamente la derecha y la izquierda, debate al que a comienzos del siglo XX se le sumó el keynesianismo y para finales del mismo tuvo la deserción definitiva del comunismo [y curiosamente todos, liberalismo, comunismo y keynesianismo, nacieron en Inglaterra].
Usted, yo, y todos en cierta medida sentimos envidia hacia el que tiene más [talento, dinero, éxito, belleza, etc.], pues bien, la izquierda es la materialización de esa envidia.
Las leyes de mercado no fueron la materialización de la ideología de derecha,
sino al revés: el mercado ya funcionaba y los catedráticos intentaron explicar las leyes "tácitas" que lo
regían ["tácitas" pues no las había sancionado ningún congreso o parlamento, ni discutido, ni
votado, ni negociado nadie], o sea que mientras la izquierda ofrece ideas fantasiosas de la realidad [ideología] para cambiar
a esa realidad tenebrosa de una guerra entre clases con oprimidos y explotadores, y remplazar al orden social que surgió
espontáneamente por el sistema diseñado que sueñan imponer [una dictadura del proletariado que es una pesadilla, o un autoritarismo fascista casi monopólico como el peronista],
pues los liberales explican y sobre todo demuestran por qué la sociedad funciona así: en algunos aspectos de forma acertada,
en algunos items falla, y en dónde a la larga va a fallar, y que básicamente la solución siempre está
vinculada a obtener un mayor grado de libertad [desregulando], motivo por el cual a estos economistas se los llama como "liberales".
Así el vínculo de la derecha con la economía es de comprensión, mientras que la izquierda actúa como el idiota que pierde el tren y en vez de resignarse [en paz] le arroja piedras.
En el fondo, la guerra permanente de la izquierda contra la economía es su atajo para progresar en la pirámide de poder social pues, a diferencia de las religiones, la izquierda no hace votos de pobreza [y lo demuestran los millonarios rusos y chinos que no aparecieron de la noche a la mañana, sino que ya existían aunque con "bajo perfil" en sus algo diferentes socialismos].
Sin embargo, ya se afirmó que todos los sistemas económicos [excepto el esclavista] buscan que a toda la sociedad que lo implementa le vaya bien y prospere en conjunto, pero, todos los progresismos, socialismos, e izquierdas, carecen de cimientos pues su ideología no se sustenta en la realidad, sino en parte de la realidad, porque es indiscutiblemente real que hay alguien que tiene mucho y muchos que tienen poco, pero sus intelectuales [y son legiones pues son muchísimos más que los teóricos liberales] no encuentran una relación causal entre la pobreza del pobre y los errores que ellos mismos han cometido a lo largo de generaciones, y lo único que han generado son excusas para justificar el tirarle piedras a lo que funciona bien.
Tirar piedras es y será siempre un delito, una inmoralidad inexcusable e inocultable: millones de cristianos hubieran democráticamente votado en contra de la evolución darwiniana y a favor de otros errores bíblicos y también muy democráticamente hubieran avalado la hoguera para Giordano Bruno y hasta Galileo [uno se salvó y el otro no].
El progresismo justifica el robo, usurpación, expropiación, etc., con la excusa de robos anteriores y eso es extremadamente fácil de hacer pues abundan los ladrones en sus distintas acepciones [explotadores, negreros, testaferros evasores, y contaminadores], que son los únicos ladrones de
"guante blanco" que reciben subsidios del Estado a cambio de nada, mientras el gobierno que los ampara se queja de los ladrones de guante blanco, pero, no es el Estado el que roba, a diferencia de los Estados totalitarios esclavistas de izquierda,
sino una casta política ya sin controles tras desfigurar y prostituir a la división de poderes.
La solución es obtusa al extremo: En vez de encarcelar a los distintos ladrones, se encarcela a todo el pueblo detrás de una "cortina de hierro" y a esos pueblos sólo les quedó cavar túneles como en Berlín, o hacer balsas como en Cuba [y no hay un solo libro "progre" que explique ese extraño comportamiento suicida, porque tanto los que eran sorprendidos escapándose, como los que escribían lo que no se les pedía, morían acribillados].
Para que se entienda mejor: Billy Gates es el hombre más rico del mundo y tal vez le haya plagiado la idea de su producto comercial más exitoso a otra empresa pero Microsoft [su
empresa], no le ha robado ni un centavo a las multitudes de usuarios de todas las clases sociales que compran sus productos voluntariamente [y que hasta le "piratean" sus productos, o sea que Microsoft es víctima de robo y no al revés].
La "solución" progresista es evitar el nacimiento de empresas como Microsoft y por eso no hay ni una sola empresa socialista brindándole un buen servicio o productos de calidad a precios accesibles a nadie en todo el mundo.
Para empezar, Microsoft no es un problema [al igual que Coca Cola, Mc Donald's, etc.] y por lo tanto los progresistas deben guardarse su "soluciones a problemas inexistentes" para discutirlas con sus analistas que les explicarán que la frustración por su fracaso en el ascenso social les genera odios que necesitan disimularse con excusas, y mejor si son excusas colectivas pues entre la multitud es más fácil ocultar los fracasos personales.
Ahora que si la izquierda se pasó la vida investigando los chanchullos de los capitalistas, sería de imbéciles "cajonear" toda esa información porque ha sido recolectada por sujetos que son potenciales delincuentes a la espera de su hora para apoderarse de las empresas y demás bienes de los capitalistas, pues ni de casualidad fundan empresas o cooperativas directamente para enfrentar a las empresas capitalistas, y dejar que el pueblo consumidor vote por una u otra adquiriendo o no sus productos, [recuerden los mercados comunitarios que incluso ayudados por la crisis del 2001, apenas duraron semanas].
Como la economía no es una ciencia exacta no hay una forma contundente de cerrar cada debate como en matemática con los teoremas que son indiscutibles.
Gusten o no, las leyes de mercado explican por qué el pueblo no compró en las verdulerías de los mercados del pueblo [y no es que las leyes de mercado hayan prohibido comprar allí].
Ningún "progre" puede explicanos ese fracaso, pero se llenan la boca gracias al fracaso del neoliberalismo en Argentina, ocurrido en la misma época en que el neoliberalismo triunfaba en todas partes, entonces, ese fracaso no es culpa del neoliberalismo sino de los argentinos, incluso aunque a la larga ese sistema estuviese condenado a tener que pagar la falta de coherencia [las que ni hacía falta ser marxista para verlas, y de hecho fue en el hoy cuestionado "Clarín" en donde Daniel Muchnik se cansó de darnos aviso a todos].
Argentina esta libre de aftosa, pero no de peronismo, ¿ o acaso el peronismo-menemismo por aquellos años en el poder, dejó de cometer una sola de todas las maniobras habituales de los partidos populistas y clientelistas ?
Para la cultura occidental, Newton 1642-1727 [el de la ley de la gravedad que formulara en 1665 pero recién publicara en 1687] da el puntapié inicial a la era científico-tecnológica pero, parado sobre los hombros de Kepler que, con poco y nada, puso a los planetas a girar como Dios manda [o al menos eso era lo que él creía pues era un sacerdote cristiano muy preocupado por los motivos de un Dios perfecto para hacer girar a los planetas de una forma tan errática].
Claro que ambos genios no hubieran hecho nada sin el aporte de la cultura musulmana que nos dio los prácticos números arábigos que además con el "premio" de un número nuevo: el cero [imagínense a Kepler y Newton haciendo sus cálculos de física y matemática en números romanos ¡ y sin tener al cero !].
Pues bien, pese a lo que la ciencia le debe al modesto cero, unos poderosos e influyentes pseudo-científicos contemporáneos parecen olvidarse de él: emparentados con los alquimistas, los economistas emiten moneda, suben las tasas, otorgan subsidios, aplican impuestos, aranceles, hacen devaluaciones competitivas, desaceleran la economía de naciones a su antojo sin consultar democráticamente a sus habitantes, cambian las reglas del juego también en forma inconsulta [transferencias de ingresos], etc., y después exhiben estadísticas justificatorias siempre dudosas y muy similares a autocondecoraciones.
[B] Resiliencia: Falta un "cero" que existe pero es móvil y no lo vieron. Si un gobierno prohibe trabajar los lunes para ahorrar combustibles quedándonos en casa, como el ahorro es el de una séptima parte del consumo y la recesión de la que no se ha salido del todo mantiene buena parte de nuestra capacidad industrial ociosa, la sociedad trabaja menos días pero produce lo mismo y lo capitaliza en descanso y recreación en el día libre.
Claro que para aumentar la producción hay que contratar más empleados que usarán transportes que consumen combustible, y al final hubo que ajustar los horarios de todo el mundo para que se consuma lo mismo y la ganancia social sea igual a cero [algo parecido a lo que pasa con los cambios de horario de verano, pero, en este ejemplo está hecho con un día entero en vez de con una hora].
La masa de empleados nuevos cobrarán nuevos sueldos que, como no puede ser de otra manera, saldrán de barjales los sueldos a los empleados que trabajarán un día menos por semana.
Después, entre la ley anti-lunes y la reorganización de los trabajadores, habrá inevitablemente un período donde el sistema productivo tendrá una pérdida de eficacia donde la habilidad del mercado para, de la pérdida poder llegar otra vez al cero, no depende de los políticos ni de los economistas, sino pura y exclusivamente de su habilidad natural para "cicatrizar".
En psicología la habilidad para reponerse de una pérdida tras pasar por un lógico período de duelo o depresión se llama "resiliencia", y no hay cómo saber si al final del reacomodamiento de fuerzas laborales de la ley anti-lunes se nos causó ganancias o pérdidas, pues el mercado volvió al cero mientras que los economistas anuncian la baja del 20% de la capacidad ociosa y también la disminución de algunos puntos en la desocupación.
Como todos los gobiernos no hacen más que dictar leyes permanentemente [más o menos dramáticas como las devaluaciones, la bancarización, y el corralito] la sociedad vive en "resiliencia" crónica y nunca se sabe dónde está el cero en la ecuación, ni tampoco se sabrá si la reducción del 20% no se hubiera producido igual sin los lunes sabáticos.
Claro que un 5% de ganancia en un mes es adjudicable a un cambio de políticas porque es un porcentaje enorme, pero, 1.000.000 puestos de trabajo recuperados a tres años de una mega-devaluación, ¿ cómo saber si son mérito de la devaluación o de la resiliencia de la crisis previa que nos trajo 5.000.000 de desocupados cuando se cayó en un 20% nuestro P.B.I. ?
Tres años de demora inhabilitan cualquier conexión "causa efecto": En la edad media la gente nacía en un mundo de carretas y caballos, y se moría en un mundo de caretas y caballos, pero en la Argentina del siglo XXI después de su peor crisis económica, las calles están llenas de camionetas 4 x 4 "todoterreno", y no en el campo que se benefició por el "boom" de la soja, sino en las ciudades completamente asfaltadas, un esnobismo que ha tirado montañas de dinero al viento ¡ a tres años de una crisis !
Un refrán dice que Argentina reconstruye de noche lo que los políticos destruyen de día [o sea "resiliencia"], y así tras la bancarización, corralito, corralón, devaluación, inflación, y default, ese millón de puestos de trabajo se hubieran recuperado igual si apenas el gobierno se quedaba cruzado de brazos dejando actuar a la terca resiliencia social, un fenómeno donde todas las clases [pobre, media, y alta], empujan para el mismo lado, y no hay forma de calcular matemáticamente qué hubiera sido mejor: la política de los gobiernos, o la resiliencia.
Descartemos a los países inestables, para ver en economías sólidas como las de U.S.A. a los errores de sus economistas al predecir recesiones, recalentamientos, índices de inflación, etc., pues no incluyen en sus cálculos ningún valor para la resiliencia, lo que explica que una baja en las tasas no aumenten el consumo en la misma proporción, y por ello haya que hacer varias bajas sucesivas [aparte de presuponer que ahorrar o consumir es bueno excepto si es mucho, o cuándo al mercado se le ocurra].
Así tampoco, al revés, ninguna suba en las tasas evita "recalentamientos" [falso: ¡ consumir nunca puede ser malo !, ni menos una excusa para la inflación de la que debe hacerse cargo el gobierno] pues sucede que sin tomar en cuenta a la resiliencia esta teoría del "recalentamiento" es apenas un mito económico.
Así en Argentina no se puede afirmar que la reactivación posterior a la crisis del año 2001 es mérito de la devaluación por el 300% ["3 a 1"] pues tampoco hubo una reactivación del 300%.
Y tal vez entonces se tubo que volver a otra convertibilidad [aunque amarga, en "3 a 1"] porque había que alejar el miedo a la hiperinflación, dejando actuar a la resiliencia social, y frenando la fuga al dólar.
Si estoy equivocado, ¿ por qué el gobierno no vuelve a confiscar los depósitos, y devalúa por otro 300% más para que nos vaya a todos mejor que bien ?
Para el año 2022 el dólar de "3 a 1" ya llegó a "300 a 1",
y recuperarse de este desastre causado por el peronismo kirchnerista, más que resiliencia va a necesitar de un verdadero
milagro como el de la Alemania de la posguerra, y eso sólo lo pueden hacer los liberales.
Claudio Corniola