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INDEPENDENCIA DEL CAMPO

1] Excepto por el "boom" de la soja a partir del desarrollo de las variedades transgénicas [nobleza obliga: agradezco a mis educadores, entre ellos al profesor German William Weiss que en mi primer año de la escuela secundaria en 1973, me enseñó que la soja -y era la primera vez que escuchaba esa palabra- sería el cultivo del futuro], la actividad agropecuaria venía decayendo hasta que tras un costoso esfuerzo se derrotó a la aftosa, lo que sumado a la aparición del mal de la vaca loca en Europa, hizo presuponer la llegada de otro "boom" que devolviera a las carnes Argentinas a su merecido lugar en los mercados internacionales, pero, la ilusión duró lo que dura un secretario de agricultura radical, porque los productores habían delegado en el Estado el control de la aftosa, y si bien fueron ellos mismos los que contrabandearon ganado infectado desde Paraguay [otro caso de irresponsabilidad para estudio de la psicoeconomía] el Estado no estuvo a la altura de sus bifes de chorizo, cometió un papelón histórico al querer hacer lo único que sabe: ceder ante los lobbies de los frigoríficos exportadores y hacer maniobras políticas que para los radicales fueron, básicamente, tratar de mentirle a todo el mundo cuando lo que correspondían eran acciones sanitarias, comprometiendo el prestigio del SENASA, de la secretaría de agricultura, del gobierno, y de nuestras carnes.
La compulsión estatista de los argentinos llevó a los productores a pensar que algo tan poderoso como el Estado [y que se jugaba tanto dinero en exportaciones en esta "cruzada" de reintroducir a las carnes argentinas en la Europa contaminada con B.S.E.], podía hacer esto sin esfuerzo y con un nivel profesional de excelencia, pero, no sólo no pudo sino que hizo lo peor que se podía hacer: antes de la aftosa, la secretaría de agricultura, el SENASA, y el INTA, ya se habían contaminado con políticos con altísima virulencia y voracidad por los cargos que por lógica ocupaban técnicos relacionados con la actividad agropecuaria y que en el gobierno radical debieron hacer sus valijas.
Como consecuencia de su pésima gestión no se abrieron mercados, y hasta se comprometió la exportación de productos agrícolas, porque en un mundo proteccionista cualquier excusa sanitaria vale para cerrarnos completamente sus mercados.
La razón para la compulsión estatista de algunos argentinos es la imbécil creencia de que lo que el Estado hace no sale de sus bolsillos, lo que no es cierto y si de alguna forma [como la mala gestión que permite la evasión impositiva] para algunos lo que hiciera el Estado lo pagaban otros, después se va a tener que chocar con la dura realidad de tener que pagar de más por miserables, por ignorantes, y por salames.

2] ¿ Qué les impide a los productores e industriales vinculados al agro fundar una O.N.G. que funcione como un "para-ministerio", una super-cooperativa que con un fondo común se encargue de vigilar la salud de los rodeos, promocione nuestros productos en el exterior, negocie mejor con los supermercados locales, y consiga una mejor financiación de los bancos ofreciendo un "pool" de garantías a prueba de riesgos, etc. ?
Si quieren algo barato como la Secretaría de Agricultura y Ganaderia, o como la Gendarmería que no ve pasar camiones llenos de ganado contrabandeado, ¿ por qué mejor no se dedican a otra cosa, como por ejemplo criar perros ?
Si quieren grandes ganancias, tienen que arriesgar mucho dinero, y el negocio no está en que el sector invierta más mientras que otro evade impuestos y contrabandea ganado sino en participar con sus impuestos pero cuidándose de dárselo a las personas indicadas: ¿ al Estado o a una supercorporación propia con la que uno se obliga a aceptar las decisiones de la mayoría de la misma forma en que debe aceptar las leyes y decretos inconsultos del Estado como las cíclicas retenciones ?
El sector está disperso: la Federación Agraria Argentina [F.A.A.], las Confederaciones Rurales Argentinas [C.R.A.], la Confederación Intercooperativa Agropecuaria [CONINAGRO], deberían hacer un congreso en el que participen desde los productores chicos a los terratenientes, los transportistas, las productoras de semillas, y las compañías químicas, los fabricantes de maquinaria rural, etc., o sea toda la industria vinculada al agro, ya sean productores locales o de capitales extranjeros.
Háganse el favor de construir un "estado" a su medida, que por su propio peso sea más ministerio que el ministerio o la secretaría oficial [según el gobierno de turno cambia de estatus], de hecho para que agricultura y ganadería sean un ministerio real les falta un ingrediente: comparando con "Educación" y "Salud" en ellos el trabajo no se hace para exportarse, ni tampoco para que el mercado decida si lo compra o no lo compra porque salud y educación hay que tener sí o sí.
Comer es algo que también debe hacerse sí o sí, y sin embargo el ministerio del agro no se encarga de llevar la comida a nuestras mesas ni a comedores comunitarios propios del sector [si "Educación" tiene escuelas, ¿ por qué "Agricultura y Ganadería" no tiene restaurantes ?].

3] Tenemos tres opciones: la primera es no tener ministerio de agricultura y ganadería [que si no le da nada a la población, ¿ por qué motivo debería ésta pagar impuestos para organizar un ministerio "egoísta" ?].
La segunda es por las ventajas que da el estar organizados y aunque tener un ministerio del agro les reporte más ventajas a esos actores privados "egoístas", la sociedad recupera la inversión vía impuestos o en fuentes de trabajo.
La tercera posición es la O.N.G. cooperativa [nacional, provincial, o regional] por ejemplo para competir contra las cerealeras americanas que exportan la producción de nuestros campos como Cargill, Nidera, etc.].

4] El sistema impositivo progresivo para la intermediación y la igualdad entre exportaciones e importaciones apunta a expulsar a esas empresas de nuestro país "compitiendo" en vez de nacionalizando la actividad. Esa competencia hará bajar los precios internos de carnes, cereales, frutas y verduras.

5] En síntesis, el agro sería la "opción B" si no se puede comenzar a la revolución supersindicalista por la Salud Pública que deberá luchar contra el viejo sindicalismo de su sector, mientras que el agro es un sector que no tiene peones comunistas, ni socialistas, ni progresistas, y además hay un gran porcentaje de productores chicos y medianos [que en conjunto superan a los grandes terratenientes], más proveedores, transportistas, ingenieros agrónomos que no tendrían por qué oponerse a participar en la conducción de su propio ministerio autónomo si de ello obtienen ganancias [que dependen de competir bien en el exterior, y no de pelearse entre ellos, o con la industria subsidiada local, habitual beneficiaria de transferencias desde el agro].

6] La reforma agraria: Las necesidades de la clase baja son tales que imposibilitan meditar sobre soluciones a largo plazo ante la urgencia de recetas que mejoren "ya" su situación inmediata, o sea que incluso de llegar al poder un gobierno comunista que expropie y luego reparta las tierras igualitariamente, los nuevos dueños de las tierras se morirían de hambre.
La gran mayoría de la población no puede organizar a la corporación de los pobres en un supersindicato, porque, una corporación tiene poder si cumple una función dentro de la sociedad [encargarse de la producción industrial, o de educar, o de cuidar la salud, etc.] y en este esquema ¿ qué función cumple ser pobre, estar desocupado, ser analfabeto, y chagásico ?, ¿ no tener trabajo, ni educación, y estar enfermo, se soluciona regalando tierras ?
Incluso ya es imposible plantear la lucha de los desposeídos como "liberación", ya que no se puede liberar a nadie de la exclusión [ser un excluído es precisamente estar absolutamente libre y abandonado a su suerte, y para peor, no se ha tomado conciencia de que la exclusión a gran escala es peor que la dominación]. Estamos invirtiendo la historia de la esclavitud con peores resultados: en tiempos remotos, una guerra terminaba con los derrotados exterminados, entonces, la llegada de la idea del comercio de esclavos llegó como una "conquista social" de los derrotados, que así conseguían seguir vivos.
Si la globalización neoliberal triunfante ni siquiera requiere de los excluídos como esclavos [y aunque haya cientos de empleadores esclavistas haciendo pequeñas fortunas, dentro del comercio mundial no existen de comparárselos con lo que producen y ganan las industrias automatizadas] la exclusión para quienes se autoexcluyan del siglo XXI es irreversible porque, la tecnología no ha llegado para luego pedir perdón, retirase, y que todo el mundo vuelva a las manufacturas, y menos que el campo moderno vuelva a la producción "orgánica" de miles de mini emprendimientos que no terminarán nunca siendo rentables.
Tenemos los medios para terminar con el problema educativo de los desposeídos [es mejor un título de ingeniero agrónomo que el obsequio de una pequeña parcela de tierra], y también tenemos los medios legales para averiguar cuáles latifundios se originaron gracias a hechos delictivos entre los gobiernos y los capitalistas que compraban tierras fiscales [que en realidad cada vez hay menos, porque el mercado determinó que la explotación rural más eficiente es la mediana].
La gran mayoría del campesinado argentino nunca se comprometió con una causa política como la de la reforma agraria comunista, ni durante el apogeo del peronismo que populistamente regaló de todo menos tierras.
Hoy la discusión deja de tener sentido tras la caída comunista, pero, cuando hay situaciones de crisis y hambre, vuelve a aflorar el pensamiento sencillista: "¿ por qué no les dan tierras a esa gente para que por lo menos cultiven sus comidas ?", y la respuesta es que el Estado no les debe dar lo que no tiene, que si igual se les dieran tierras expropiándolas, ellos no sabrían explotarlas, y tercero, que eso es quitarse el problema con algo así como: "váyanse lejos a vivir como en la edad media, pero no nos molesten más, ni nos hagan ver de cerca su miseria".

7] Es inconcebible que el sector más pujante del país no tenga una conducción ni un recinto de debate democrático. Eliminar a los sindicatos para crear un supersindicalismo democrático es una evolución porque vuelve innecesarios a los políticos, y ya hace rato que la democracia "reina pero no gobierna", por lo que es imperativo democratizar el nefasto corporativismo reinante [en el agro lo son las organizaciones intermediarias entre los productores y los consumidores].

Claudio Corniola