[23]  LA CIENCIA ECONÓMICA Y LA POLÍTICA


[A] Represalias: Es curioso, pero en nuestra constitución de 1853 no está la palabra "democracia", y sí las palabras "república" y "federal". Tal vez por esa omisión hemos padecido tantas dictaduras, he incluso de quienes llegaron al poder respetando a la Constitución. Otra omisión ha sido la del poder económico, cuando administrar una nación no sólo es una cuestión económica, sino que hasta la sociedad le demanda a los políticos que hagan que sus economías privadas funcionen bien, sin embargo, una de las leyes fundamentales del mercado dice que "las demandas son infinitas y los recursos son escasos", luego a los políticos hacer eso no sólo no les corresponde, sino que además es algo imposible de cumplir.
Un gobierno cualquiera tiene que hacerse de dinero para pagar la administración pública, pero, para ello hay dos problemas: Primero, en el orden interno, tiene evasión impositiva que se castiga con multas a modo de represalias [aunque sabemos que algunos evasores nunca fueron castigados]. Segundo, en el orden externo, resulta que el sistema político no puede tomar represalias, por lo que el sistema económico debe adaptarse y responder a los desafíos planteados desde el exterior. Por ejemplo: Si una nación con un gobierno dictatorial paga malos salarios que vuelven a su producción "competitiva" desalojando a nuestras exportaciones de mercados legítimamente ganados [y obviamente recaudando menos impuestos], no le podemos contestar adoptando una dictadura.
La solución no es tan difícil: Antes de perder el tiempo buscando sanciones internacionales de comercio, debemos apoyar a la resistencia interna contra la dictadura, comenzando por plantearle a la O.N.U. que a ella le corresponde darle un "ultimatum" al gobierno ilegítimo, o al presidente que llegó al poder legítimamente y luego se tiranizó.
Finalmente, los políticos deben hacer que las economías privadas funcionen tan bien como se pueda, no porque está escrito en la Constitución, sino porque así recaudará más impuestos, pero, los políticos que saben todas las cuestiones relacionadas con la pelea por el poder, no saben de economía, y de saberlo hay un problema insalvable: los mercados tienen más poder que los políticos, y no hay forma ni de controlarlos, ni de aplicarles represalias por tomar un poder que los políticos creen que les corresponde exclusivamente a ellos. La solución no es tan difícil: Antes de perder el tiempo aplicando sanciones, multas, e imponiendo leyes anti-monopolio [que obviamente deben existir], el político debería asumir su lugar secundario en la estructura del poder, pues sólo así podría constitucionalizarse el poder económico, después el poder político, y finalmente las relaciones entre ambos, básicamente sobre: los impuestos, la salud de la moneda, la estabilidad del sistema bancario, las garantías a la libertad de comercio, el respeto de las leyes de mercado, el código de comercio [con los delitos económicos], las leyes regulatorias del mercado laboral, las leyes regulatorias del mercado financiero, la legistación anti-trust, y los derechos de importación y exportación.
El poder político son los representantes elegidos por los ciudadanos. Los mercados en cambio son los mismos ciudadanos más sus familias, o sea: todos los que compren o vendan bienes, servicios, o su trabajo, dentro de las fronteras de la Nación. Y jamás en ningún Estado se ha tomado conciencia de lo turbio e improductivo que es vivir en una ficción donde el poder es de los políticos, con más o menos poder para sancionar al poder económico por sus excesos. Si se lo asume, el poder político pasaría a ser el defensor cuando hayan problemas externos, o el árbitro al que acudan los mercados cuando hayan problemas internos [los mercados son más grandes que el "poder económico", pues éste es sólo la parte de los mercados que utiliza su dinero para hacer lobby sobre los políticos].
Resulta que los mercados no suelen emitir opinión sobre ninguna política, sino que empiezan a hacer exactamente lo contrario de lo pretendido por los políticos. El poder económico seguramente haría lobby para poder seguir en las sombras en vez de ser constitucionalizado, y por último, el poder político juzgaría como inmoral a una Constitución que en vez de nobles derechos, merecidas garantías, y apasionadas doctrinas, se pusiese a tratar punto por punto prosaicas cuestiones económicas que, como si eso no fuera suficiente, además limitarían las atribuciones de un poder político que siempre aspira al bronce, y que en este sistema constitucional con suerte sólo podría aspirar a ser "el empleado del mes" de los mercados ¿ cómo ?, pues interviniendo lo menos posible.
Lo supuestamente inmoral en los hechos no lo es pero oculta un cinismo descomunal: ya todos sabemos que las elecciones se definen por cuestiones económicas, que los políticos obedecen a sus economistas de cabecera y, sobre todo, que a los políticos los compran. Lo mejor sería no tener políticos jugando de intermediarios pero si de todos modos los hay, es mejor un político vendiéndose a Rockefeller, Carneguie, y Morgan, que otro abrazando con amor las ideas de Marx, Lenin, Gramsci, y Münzenberg, pues unos son constructores sediendos de dinero y poder, pero peores son los otros parásitos destructores. Unos trabajan mientras los otros conspiran, unos progresan mientras los otros nos estancan, unos "explotan" mientras los otros fusilan.

  [B] Amoralidad: Yo uso a las palabras "inmoral" e "inmoralidad" desde temprana edad, pero, me faltó la palabra "amoral" que recién la incorporé a mi vocabulario a los 16 años porque era la palabra favorita de la Señorita Campanelli, por pura casualidad mi profesora de física en la secundaria [¿ hace falta aclarar que el alumno de las preguntas "amorales" era yo ?]
Esta profesora y rectora, responsable de mi educación durante cinco años, dura pero comprensiva, profundamente religiosa, tenía un pequeño problema: perdía la paciencia muy seguido, algo comprensible en una escuela exclusiva de varones, y se murió relativamente joven un año después del egreso de mi promoción, por lo que no nos pueden culpar de nada.
La física es amoral, porque la ciencia es amoral y no detiene su curiosidad por cuestiones éticas [la ética contiene a las reglas de la moralidad]. Pedirle a la ciencia económica tener una moral, sólo se les pudo haber ocurrido a ignorantes que desconozcan la función de la ciencia, ¡ o a los socialistas !
El éxito de Marx fue destilar del preexistente socialismo semi religioso su formato personal que pomposamente denominó "científico", un nombre de fantasía como Toyota, Adidas, o Kodak, no aceptado y desplazado por comunismo o marxismo, [y de no haber nacido Marx, tal vez habría un "socialismo kodak"].
No existe una física "científica", existe la física que es una ciencia, y la economía no es una ciencia cuando es en un 60% conjetural y apenas el 40% a podido pasar el visto bueno del método científico menos científico de todos, que es el del "ensayo y error", y ese 40% son las "leyes de mercado" donde la denominación de "leyes" no es un nombre de fantasía sino un derecho bien ganado.
A las leyes de mercado, además de un 10% de cuestiones de economía que aún le faltan dilucidar, les falta resolver mucho sobre el comportamiento del mercado electoral, en donde aproximadamente el 50% se comporta como un mercado clásico obedeciendo a lo que pide la demanda, con la rareza de lo poco que cumplen los que hacen la oferta. La diferencia [mínima] es la que va de lo directo a lo indirecto: en el mercado clásico la gente demanda y paga en efectivo, pero, en el mercado electoral las demandas no se pagan al contado, sino mediante impuestos, y el comportamiento frente a los impuestos es tan diverso como que para algunos pagarlos es la muerte en vida, mientras que para otros "todo es gratis" y no se dan cuenta nunca de que lo que reciben gratis de los gobiernos ha sido poco, y por demás pagado vía impuestos.
Finalmente, evadir impuestos abusivos es amoral en tanto implica muerte o supervivencia, como el regalar a dedo en algunos sectores el dinero recaudado vía impuestos en otro sector sí es inmoral, y recibir esas dádivas sin cuestionar de dónde ha salido es dinero, y sin dar ninguna contraprestación a cambio, también es inmoral.

  [C] Origen: Con el fin de la peste bubónica en Europa, los sobrevivientes produjeron un auge del comercio que originó a la mayoría de las herramientas contables hoy en uso. Los mercaderes impulsaron la contabilidad, pero no a la ciencia económica, que fue motivo de interés para los hombres de la Iglesia [como Santo Tomás de Aquino] preocupados por cuestiones como la del interés o la del justo precio de las cosas.
Finalmente en Inglaterra y sobre todo en Austria, resolvieron brillantemente las cuestiones que hacen a la ciencia económica. En síntesis, la actividad comercial tiene dos partes: primero, las leyes de mercado [incluso antes de ser formuladas científicamente] y, segundo, la contabilidad que es la burocracia práctica más finamente evolucionada del hombre moderno.
La política no tiene una burocracia al estilo contable, autoconsciente de que ella implica gastos y que estos deben ser reducidos sin sacrificar eficiencia y en su lugar tiene una burocracia kafkiana y "aumentodepresupuestodependiente".
El trabajo del Estado debe hacerse, y que lo haga un empleado público, o uno privado "tercerizando", o "privatizando", sólo debería ser juzgado por parámetros de calidad [y no de parentescos, como el vergonzante ex-presidente Alfonsín horrorizado ante la idea de ver a alguno de sus familiares trabajando afuera del Estado].
Los empleados públicos son un método de financiación de los partidos políticos que no le pueden pagar un sueldo a sus activistas pero, a cambio, le consiguen un trabajo público para que lo pague usted vía impuestos.
La política no esta subdividida en "política científica" y "burocracia política" porque no existe una teoría política científica, y sólo hay historia de la política.
Nadie pudo predecir la caída de la U.R.S.S. ni los cambios de China, ni la persistencia del castrismo en Cuba, en cambio cualquier economista puede predecir que un populismo que emita sin respaldo tendrá inflación, culpará a alguien de ser "vendepatria", pondrá precios máximos, tendrá desabastecimiento, y si no se controla de la inflación va a pasar a la hiper-inflación.
Lo de "ciencia política" no es sino un nombre de fantasía pretencioso, y la falta de esta ciencia ha creado un nicho comercial que ha informatizado verdades de dominio público limítrofes con la perogrullada [y llenado de dinero a las encuestadoras que trabajan haciendo eso para los políticos].

  [D] Ciencia sobre arte: La economía define cada vez más a las elecciones, no porque una ciencia sea superior a un arte como la política, sino porque éstas tienen períodos de expansión y decadencia atados a la aparición de talentos individuales, mientras que las ciencias son acumulativas: cuando Einstein muere, la ciencia no retrocede y aunque ningún científico posterior lo haya igualado, cada uno sumó su aporte para que la ciencia de hoy sea superior a la de los tiempos de Einstein. Así la ciencia económica estudió en tiempo real la extinción de los movimientos masivos del siglo XX, y por eso hoy sus tecnócratas gobiernan naciones [pisoteando los "pesos y contrapesos" de varias constituciones].
Sin embargo, sabemos que la ciencia a la larga es objetiva, pero, circunstancialmente no es todo lo objetiva que pregonan ser ciertos científicos o muy pasionales, o simplemente farsantes, y tantísimas veces la ortodoxia se ha vuelto dogmática, o se ha dejado manipular por científicos con intereses inmorales, aveces económicos [por ejemplo en el tema del SIDA, la disputa legal entre Gallo y Montagner], y muchas más veces por bajísimas pujas de egos y celos entre científicos [por ejemplo la disputa entre un genio notable como Newton, pero ya anciano, y Leibniz, sobre la paternidad del "cálculo diferencial", sanjado con una especie de empate, cuando se trató de un desarollo del alemán que el inglés quiso robarle para seguir siendo "el número uno"].
Y si en medicina y matemáticas hay falta de objetividad, y en vez de colaboración hay robos del trabajo ajeno entre colegas, imagínense lo que pasa en política y economía, con tres de sus varias lacras: el mesianismo, el dogmatismo, y el personalismo.
"Mesianismo" es cuando una persona cree que tiene el deber sagrado de hacer lo que se le antoja, para el bien de los demás, pero, sin discutir con los demás [y si alguien le discute algo, hay que matarlo porque debe ser un enviado de Satanás]. "Dogmatismo" es creer que una colección de ideas, o mitos, son la verdad infalible. Por último, "personalismo", es creer que el líder no se equivoca nunca.

  [E] La ruta del poder: Si la economía sigue con una lupa los movimientos del dinero por todos los caminos del mundo, entonces la investigación científica en política debería estudiar las rutas por las que circula el poder.
Tenemos grabado a fuego el que la división del poder está hecha en tres instituciones: los poderes ejecutivo, legislativo, y judicial, lo que es absolutamente falso pues ninguna institución tiene poder, ya que el poder es siempre personal, y donde esto mejor se nota es en el Ministerio de Economía, donde un mismo ministerio de gran poder pero invariable, a lo largo de los años a visto encumbrarse a ministros con más o menos poder, mismo que fue evidentemente dinámico, apreciándose con claridad cómo los ministros acrecentaban o perdían su poder.
Los tres poderes de los que sí es válido opinar, son el poder personal de los presidentes [todo funcionario menor recibe una pequeña cuota de su poder concedido o retirado arbitrariamente], el poder sectorial de algunos grupos económicos, y el poder impreciso de la opinión pública. Esto es diferente del interés personal de un presidente por acrecentar su poder [o sea consiguiendo la sumisión a su voluntad de más personas], del de los sectores económicos por acrecentar sus riquezas, y de la sociedad por mejorar su nivel de vida, de percibir un mejor salario, o tener mejores beneficios sociales, pues el sólo desear no da poder aunque se trate de grupos grandes o poderosos, y lo que sí hace es transferir poder. Comprobamos esto tras analizar las multitudinarias protestas callejeras del 2001 y 2002 reclamando "que se vayan todos" [los políticos]: el deseo de miles no les proporcionó ninguna cuota adicional de poder como para remover a un sólo funcionario, pero en esa misma época el intento de nombrar al ex-intendente Carlos Grosso ofendió a la opinión pública y eso sí evitó su nombramiento.
En cuanto a la renuncia de un presidente y su ministro de economía [De la Rua y Cavallo] no fue el ruido de los cacerolazos tan importante como el retiro de respaldo de los grupos económicos que le fugaron masivamente sus capitales, el encono y la traición de Raúl Alfonsín presidente de su propio partido, sumado luego al operar de los políticos de los partidos opositores que apalancaron los saqueos para sembrar la anarquía.
En esos momentos se pudo apreciar cómo se fue diluyendo rápidamente el poder presidencial y después el del partido radical y cómo el escaso poder conservado por el peronismo fue suficiente para controlar al país.
Dos elecciones después Kirchner obtenía un 70% de imágen positiva cuando sólo prometió "gestión" y no paró de aumentar el gasto público, pero, dos años más haciendo lo mismo [ellos a "hacer lo mismo" lo llamaron "profundizar el modelo"] y Kirchner perdió en carne propia la provincia de Buenos Aires a manos de un novato, volviendo a su 22% original.
Para explicar esto alcanza con decir que adoptó una política heterodoxa bastante clásica, como la post-keynesiana [o sea: con Keynes muerto, porque si éste estuviese vivo, los destrozaba por el disparate que hicieron al conducir así a la economía]. Y resulta que la política keynesiana sólo sirve en el corto plazo, y no es un sistema económico, sino un "ciclo económico", y a la larga el largo plazo vino a alcanzar a los Kirchner, y la creciente inflación mensual le resta popularidad a cualquiera [hagan lo que hagan sus funcionarios por ocultarla], así su poder se evaporaría por culpa del poder de la opinión pública, y lo digno de estudiarse es que el gobierno miente, la gente lo sabe tras comprobar cómo los salarios no alcanzan para comprar lo que aumenta de precio diariamente, y el gobierno sabe que no le creen, pero, persiste porque la gente le teme tanto a la hiperinflación que [como esos tres monos indúes que no quieren ver, ni oir, ni hablar], prefiere a este "modelo" económico mediocre, y ni respira fuerte por miedo a que se caiga como antes se cayó el anterior modelo convertible, que por cierto a usted le gustaba mucho más que el fenecido ciclo actual.
El modelo post-convertibilidad se va contaminando de lo peor del modelo anterior, al que le tuvo que copiar la convertibilidad apenas seis meses después de abandonar la original "1 a 1" para adoptar otra "3 a 1", el supuesto boom exportador [que apenas recuperó el nivel perdido antes de la crisis] ya está de vuelta en "rojo", y en especial ante Brasil con quien tenemos beneficiosos acuerdos para neutralizar esa tendencia, pero, entre subsidios y movidas del mínimo no imponible para evitar que la inflación se manifieste con subas de combustibles, transportes, y carreras entre precios y salarios, resulta que hay grupos económicos que hacen buen dinero, mantienen la ocupación de mano de obra recuperando niveles de los tiempos del inicio de la convertibilidad, y de eso depende el poder presidencial, que desvaría y paga campañas publicitarias para que no compremos carne vacuna si se encarece, pues nos creen estúpidos, y no sería raro que prosigan para que no compremos más Ferraris porque están carísimas, al mismo tiempo que se deben creer unos genios e incentivan al sector ganadero, no a bajar los precios, sino a ofrecer carne más berreta de vacas viejas y gordas: ¿ no puede el gobierno mejorar su gestión sin meterse en nuestras heladeras ?
La ruta del poder no es una ruta, sino un cruce de dos rutas: uno puede venir por la ruta de una buena economía, o por la ruta de una opinión pública favorable, y resulta que todos los que llegan quieren pararse allí, y por eso tratan de atornillarse al suelo en el medio del cruce, para siempre... hasta que inevitablemente alguien los atropella. Lo correcto al llegar al cruce, es seguir por el camino de una economía sana, y lo incorrecto es comenzar a despilfarrar dinero y alegremente hacer "lo que la gente quiere", porque nadie se mantiene en el poder haciendo lo que la gente quiere, por dos motivos: primero, no todos quieren lo mismo, y segundo, nunca nadie va a estar conforme y el demagogo se verá obligado a gastar más y más, comprometiendo a la economía, lo que con suerte lleva a perder las elecciones, o en el peor de los casos, obliga a tener que tomarse un helicóptero para abandonar la casa de gobierno, antes de que la incendien durante una protesta.

  [F] Anatomía del poder: Si la opinión pública rechaza a un gobierno no hay legalidad que lo proteja [ni armas como a las dictaduras]. La opinión pública destrona gobiernos con paciencia según los llamados a elecciones, o se impacienta y se torna beligerante por cualquier excusa [como el caso de la adolescente asesinada en Catamarca que terminó con el gobierno local].
La fuerza del que está en el poder no depende ni de su dinero ni de su inteligencia, sino de una mayor debilidad en sus adversarios a partir de que la opinión pública los odie más que a los gobernantes. De hecho el uso de la fuerza implica tener poca inteligencia en quienes reiteradamente llegan al poder, no por amor, sino por el descarte de la opinión pública, y no hubo jamás un gobernante que con todas las riendas del poder en sus manos no se volviese más o menos violento hacia toda crítica u oposición.
La desinteligentización de los presidentes ha demostrado ser una constante simultánea con un progresivo desmejoramiento de salud, pues el poder enferma [y más al tratar de conservarlo].
El poder pierde de vista el objetivo primario de servir a la comunidad y se llena de úlceras, le sube el colesterol, se le taponan las arterias, pierde potencia sexual, más aneurismas, y males de Alzheimer y Parkinson, todos males que preparan el camino a posteriores perturbaciones psicológicas, la más temprana de ellas es la inflexibilidad o "empacamiento".
Se debe reconocer cierta inteligencia para acumular poder [incluso en sujetos como Bush Jr.] que venerada en exceso por los aduladores satélites [el colmo es la oficializada "infalibilidad" papal] crea una atmósfera tóxica para la salud psíquica que se pierde ante el "síndrome K" [por Kurtz] expuesto por Conrad [Josef Konrad Korzeniowski] en su "El corazón de las tinieblas", que junto a "El Príncipe" de Maquiavelo, y "Mein Kampf" de Hitler, son los tres libros más leídos por los políticos [en oposición a los libros de humor, que es lo primero que pierden].
Cada presidente es un "Kurtz" de inteligencia superior al círculo que lo rodea, dedicándose a imponer su voluntad hasta en las pavadas cotidianas más insólitas bajo amenaza real de padecer los castigos más desproporcionados.
Casualmente todos los "Kurtz" han resultado ser extranjeros [Napoleón, Hitler, y Stalin, no nacieron en los centros de poder], igual que el Kurtz literario original que se convirtió en el demoníaco rey blanco de una tribu africana que coleccionaba los cráneos de sus enemigos, o la versión cinematográfica del Kurtz de "Apocalipse now" en Camboya, o lo que se ve en el film "La caída", sobre los últimos días del Tercer Reich [que según los testigos es bastante cercano a la realidad]: Hitler llevó orden a Alemania, como Kurtz llevó civilización al corazón de Africa y por ello fue idolatrado por los salvajes [ya sea por su gestión económica exportando marfil para una empresa inglesa, o en la guerra contra las tribus vecinas], pero, el poder absoluto lo salvajiza superando a su nuevo entorno, donde Marlow [Conrad] poco nos habla de Kurtz y sus métodos para describirlo a través de la selva en la que reina, y mientras se adentra en el terror a lo desconocido implícito con el desafío de la aventura por remontar uno de los ríos de la inexplorada Africa, no sin humor lleva en su barco a representantes europeos de la empresa haciendo un salvaje internismo por quedarse con el marfil y la zona de Kurtz.
Un occidente que posee ideales que se suponen de una superior civilización y moralidad, ha sido deplorable cuando no se controló el poder que esa superioridad concedía, como la superioridad moral de los inquisidores cristianos sobre los herejes que devino en uno de los mayores horrores pre-nazis [el antecedente mayor le corresponde a los turcos], hábito que se extendió a cada grupo subversivo nacido o no en reacción a ocupaciones o dictaduras [no es el caso argentino pues la subversión precedió y sirvió de excusa al arribo de una dictadura militar], grupos que terminan o directamente comienzan como "terrorismo" con poder ilimitado sobre las vidas de los demás.
Con el suficiente tiempo en el poder nadie cederá a la tentación de ordenar la muerte de su adversario, y por eso la ley debería concederle más poderes al presidente en el primer año de gobierno, para forzarlo a delegarlo gradualmente hasta llegar al cuarto año como un monarca inglés [que reina pero no gobierna], y de conseguir la reelección, proseguir como en el cuarto año.
Analicemos parte por parte al cuerpo social: En el último siglo la cabeza indiscutible fue Perón, un Kurtz que en vez de meterse en la selva se metió en las villas de emergencia. ¿ Y cómo obtuvo "el aire" necesario para moverse ?, pues negociando con sus dos pulmones: los conservadores y los militares. Sus brazos fueron los sindicatos que le arrebató a los anarquistas y socialistas, y su piel fue innegablemente el fascismo. ¿ Cerebro ? poco y nada, apenas los instintos de un depredador amoral.

Claudio Corniola


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