HOUSTON... WE HAVE A PROBLEM "II":
Si acordamos definir a "política" como he propuesto en el "problema 1" del mes pasado, allí no termina el problema de la falta de objetividad cuando se estudia a la política, porque hay demasiadas variables.
Las variables en política permiten objetivamente agruparlas en dicotomías: unitarios-federales, personalistas-dialoguistas, cuadros políticos-tecnócratas, proteccionistas-liberales, estatistas-liberales, socialistas-liberales.
De estas seis dicotomías o "choques de opuestos", evidentemente las tres primeras no son sobre política sino sobre los actores de la política, y las tres finales son las que sí implican políticas, doctrinas, e ideologías, siendo evidente que en todas las dicotomías aparece el liberalismo, porque es la única opción que tiene una visión completa de todo el rompecabezas político.
Entonces, aceptando que cada dicotomía existe sólo porque cada una de las dos opciones soluciona por lo menos un problema, entonces metodológicamente por simplicidad es conveniente centrar todo análisis en los aciertos y fallas del liberalismo.
Luego, entre las tres primeras dicotomías, la opción está entre concentrar o distribuir el poder: unitario concentra, federal reparte, personalista concentra, dialoguista reparte, con los cuadros políticos y el nepotismo se concentra, y con los tecnócratas se delega poder.
Los contextos: Estas dicotomías nos sirven para analizar a cualquier gobierno, independientemente de los contextos, que son dos: el contexto internacional "presente", y el contexto local que no es otra cosa que el "pasado" inmediato del gobierno que se analiza, o "herencia recibida". En ambos casos la escala de influencia de estos contextos puede ser muy buena, buena, regular, mala, y pésima. Como lo peor que puede tener que enfrentar un gobierno es una guerra, "pésimo" equivale a un contexto externo de guerra con otro estado, o tener que gobernar con un contexto interno de guerra civil o revolución en progreso.
Como ningún gobierno quiere gobernar mal intencionalmente [y pésimo es peor que mal], es por ello que ningún gobierno en el poder hace una revolución, permitiéndose alguna heterodoxia atrevida al comienzo de sus gestiones, para ir volviéndose lenta pero irreversiblemente conservadores.
Sin embargo, hay dos casos donde los gobiernos llevan a sus naciones a la guerra, el primer caso es teniendo por objetivo al saqueo, a pesar de que el archivo histórico brinda sobrados ejemplos de poderosos imperios que, sin perder una batalla, colapsaron por el caos económico de enfrentar una guerra afuera de sus fronteras [Grecia, Roma, Persia, Mongolia, China, Rusia, España, Portugal, e Inglaterra, ya han perdido sus imperios, y la única nación de éstas que parece haber capitalizado su época dorada de supremacía militar y saqueo impune de otras naciones, ha sido Inglaterra].
El segundo caso es para apagar todos los incendios internos inventando un incendio mayor, o sea: una guerra externa. Ejemplo de esto es lo que ha hecho Richelieu en Francia guerreando contra Inglaterra [Richelieu fue el inventor de esta estrategia], o en Argentina lo que por falta de apoyos internos intentó hacer Galtieri para atornillarse en el poder, casualmente contra Inglaterra [Galtieri fue un general alcohólico].
Ahora bien, he aquí el problema "II": Es curioso, pero, cualquiera que lea esta segmentación e intento de ordenar objetivamente el rompecabezas político [uno entre muchos, aunque yo creo subjetivamente que es el mejor] puede ver en dónde está el kirchnerismo que nos gobierna a todos los
argentinos, excepto yo, porque si yo lo hago es subjetivo, mientras que si usted lo hace sin cambiar mis reglas será objetivo.
Creo que esta es la forma más novedosa y sencilla de calificar a un gobierno y hasta de predecir cuál será su evolución: [1] ¿El kirchnerismo concentró o distribuyó el poder ? [2] ¿ Se acercó o se alejó del liberalismo ? [3] ¿ Tuvo contextos favorables o desfavorables ?
Y mi opinión subjetiva coincide con lo que nos dice la historia mundial [no sólo la de Argentina], y es que en cada uno de los tres puntos se comprueba un comportamiento pendular [en especial desde que cayó el comunismo, porque su caída sentenció que para todos los gobiernos que así lo deseen, es imposible ir siempre hacia la izquierda]. Segundo, que el acumular poder tiene una explicación como la de poder gobernar sin trabas, pero, no tiene una consecuencia como la de gobernar bien. Además, está el problema de tropezar con una confusión de metas y que los gobernantes lleguen a creer que gobernar "hacer política" es sólo acumular poder [el descarado y desubicado: ¡ vamos por todo ! de CFK], porque eso es sencillamente anticonstitucional: el poder en una democracia está abierto intencionalmente a la alternancia, y no a la perpetuidad, y quien no lo entienda pone a sus gobernantes al borde de una guerra civil, y como llevar al país que sea [como hoy pasa en Venezuela] a una guerra es gobernar mal, sin excusas ni acusaciones que valgan, se está gobernando mal [incluso aunque el principal opositor al gobierno sea un discípulo de Hitler, porque... él no gobierna].
Otra coincidencia global, es que los adherentes a los oficialismos ven lo que sus gobiernos exhiben como logros [sean o no reales], y que con el transcurso del tiempo esos logros son cada vez menos, por lo que los gobiernos dejan de utilizar ciertas palabras, y sus seguidores pasan a olvidar que de la docena de logros de los que alardeaban en el momento de mayor popularidad, al final apenas tienen uno o dos argumentos para mantenerse fieles a un gobierno que les ha fallado.
Y la última coincidencia es que el poder es pendular, pero, la paranoia de los gobiernos temerosos de perder el poder conquistado es siempre "in crescendo". Se puede afirmar que un gobierno es tan malo como la cantidad de complots que ve en su contra, y qué tan rápido comienza a imaginárselos [aunque sea sobre una base real pues el gobierno que llegó al poder, lo hizo complotando contra otras fuerzas políticas].
En Argentina la acumulación de poder kirchnerista estaba en su pico más alto cuando no pudo mantenerse en su inicial y momentáneo rechazo al Papa Francisco. La popularidad del Cardenal Bergoglio saltó a la estratósfera mientras la de los kirchneristas comenzó a bajar, y en muy pocos días vieron que era imposible alcarzarlo. Por esa cuota de poder que les falta, los kirchneristas hoy gobiernan con terror a que el Papa diga algo inconveniente: si Antonio Laje dice algo inconveniente, como solidarizar los cortes de luz, lo censuran, si Jorge Lanata acusa con trescientas pruebas, lo cajonean... pero, contra el Papa no tienen defensa, y éste tiene un carácter fuerte, y se preocupa por cómo le va -o sea: cómo conducen- a su país hacia su soñada izquierda anticapitalista, confiando imbécilmente en una caterva que no se sabe más que unos pocos slogans de propaganda socialista, pero que ama profundamente al capital/dinero.
Dije que este análisis permite predecir cuál será la evolución de los gobiernos: hoy las tendencias evidencian que el futuro será otra vez pendular, y que una marea de gobiernos de centro-derecha llegará al poder desalojando a la actual agotada oleada izquierdista. La izquierda en Rusia reinó por 70 años, y la actual oleada izquierdista de América Latina no va a llegar a los 20 años [¿ para qué más ?... bastante daño ya han hecho, y nótese que en todo este análisis, pese a que soy opositor, y sólo por la intención primaria de ser objetivo, no he incluído a ninguna cuestión vinculada con hechos de corrupción cometidos por quienes nos gobiernan].
¿ Puedo predecir en la segunda semana de febrero del año 2014 que el futuro político
de Argentina se amesetará en un sistema de equilibrio pendular al estilo de U.S.A. entre demócratas y
republicanos ?, pues sí, mientras que un partido de masas no decida suicidarse [o sea: reconocer que ha sido nocivo para el país y cerrar sus puertas], por
ejemplo el peronismo cambia de ideologías entre Perón, Cámpora, Menem, y el matrimonio Kirchner, lo que se nota
en el poder, pero para llegar al poder usan siempre la misma estrategia: la del victimismo y ser ellos los defensores de las
víctimas del sistema. Pues bien, tomen nota de que esto no es nuevo y ya se lo ha usado en U.S.A., en donde sus dos principales
y hegemónicos partidos han cambiado de ideología [los republicanos eran la izquierda, y los demócratas los
conservadores], pero, aunque cambien nunca desarticulan el sistema pendular que al menos les garantiza rotar por el poder con cierta regularidad].
La ideología es accesoria, el bien común nadie sabe qué mierda es, las bases son
dóciles y maleables [lo prueba que ante casos flagrantes de corrupción y enriquecimiento ilícito, los peronistas
han defendido "a muerte" tanto a Menem como a los Kirchner]... pues sólo el poder es lo que les importa.
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